martes, 30 de octubre de 2007

Elio Otiniano Mauricci

Escribe:Blasco Bazán Vera

Rescatar del olvido el sinnúmero de escritores que ostenta la Región La Libertad, es tarea ardua, un tanto fatigosa pero que no deja de ser tierna por el objetivo que persigue.

Venimos rescatando muchísimos autores liberteños entre los que hay algunos a quienes jamás los hemos leído. Entonces, pues, la tarea de lanzarlos a luz lleva una significancia relevante cual es arrancarlos de donde están postrados y ponerlos en la vidriera de nuestra humanidad.

Otros de nuestros olvidados escritores es Elio Otiniano Mauricci, nacido en Trujillo, la Libertad, Perú, el año1930. La calidad literaria de Otiniano lo ha hecho incursionar en el mundo de la poesía, la novela, el cuento y la pintura, sobresaliendo con ventaja en cada uno de esos campos.

Elio Otiniano que además es un distinguido magistrado y acucioso periodista, el año 1958 la Universidad Nacional de Trujillo le editó su primer libro titulado “Plenitud del Ser” que contiene nada menos que tres poemarios: “Tristezas Ígneas”, “Anillos de Eternidad” y “Plenitud del Ser”, cuya característica es meditar el desarrollo del hombre y su enmarañado mundo interno y misterioso y compararlo con la evolución del universo físico del firmamento.

Tiempo después sacó a luz su sentido y tierno poemario “Densidad Terrestre” donde nos permite aquilatar la valía poética de Elio al entregarnos en este libro el poema Equilibrio de lo Cierto que aparece en la Pág. 46, que nos permite observar la filosofía de la que hace gala nuestro vate cuando escribe:

EQUILIBRIO DE LO CIERTO

En un vértice de azul la corola la renace/Metálica de labio y de interior./Lo poblado en el reloj se hace nube/Y raíz toma el equilibrio de lo verde.//Ahora lo cierto es un eco rubio de tarde/ Que sólo se torna centro cuando llora.//Para no ser margen/Lo humano se llena de impávida bocina/Música de una sola nota inconfundible.//Y es una boca que solamente tiene sol/Por donde desagua la grandeza./Si todo fuera de color de tiempo/ Nadie se abriría los ojos en un libro.


Otiniano Mauricci a partir de 1962 pasó a radicar en Chiclayo donde siguió produciendo libros los mismos que fueron presentados sin falta alguna en el pueblo que lo vio nacer. Entre estos destacan “Raíces Fulgurantes” de tierna y sentida poesía. En 1968 saca a luz su libro “La Ventana del Alba” que es uno de los más logrados por la estructura que le da y que contiene 7 cuentos y una novela corta titulada “El Iluso”. Sobresale nítidamente su cuento titulado “Retrospección” donde Evaristo Buendía, personaje principal de esta narración aparece como un sólido ser pensante, decidido a enfrentar la realidad con las armas de la prudencia. Otiniano hace gala de su filosofía y traslada a Evaristo a buscar su propio destino. En ese buscar recibe el aletazo de una gaviota desconocida que le susurra al oído la respuesta a sus devaneos haciéndole conocer que Evaristo tiene la dicha que brinda una sonrisa, un espejo donde mirarse, el árbol que le da sombra, la fuente que apaga su sed y el fuego que aviva su pasión.

Demostrando que estamos frente a un prolífico escritor, Elio Otiniano publicó su libro “De pies sobre la tierra” que es una prosa de denuncia social. Sin tregua alguna nos obsequia su poemario “Árbol de resonancias” y nuevamente nos deslumbra con su otro poemario titulado “Hermosa Dimensión”. Elio Otiniano Mauricci sigue produciendo en Chiclayo sin olvidar su Trujillo a quien visita constantemente.

Enrique Marquina Cabero

Escribe: Blasco Bazán Vera

Enrique C. Marquina Cabero, nació en Trujillo el año 1860. Llamado el “Poeta Burgués” pues brotó de la más rancia burguesía trujillana para pasar sus últimos años en la ciudad de Lima dentro de la pobreza, la vejez y el abandono. El año 1874 fue distinguido como alumno del colegio San Juan junto a sus condiscípulos Gavino Casiano, Nemecio Salcedo, Máximo Huidobro, Andrés Carranza, Miguel Acosta, Cristian López, Manuel Zurita y Jorge Cuadra, exonerándoseles los derechos de matrícula.

Cultivó la música y sus descendientes también lo hacen tal como el prestigioso músico, compositor y Director de Orquesta Pietro Marquina Cabanillas quien fuera Director del Coro del Ilustre Colegio de Abogados de La Libertad.

Enrique Celinabel Marquina Cabero fue un reflexivo periodista y poeta cuyos versos aparecieron sucesivamente en revistas y diarios del entonces, como en fue periódico literario de Trujillo “La Primavera”.

Su vida la pasó como Secretario del Concejo Prov. De Trujillano al que le sirvió 30 años, empleo en cuyo trato diario, le enseñó a conocer diversas personalidades que fueron formándole un concepto de la vida humana. Fue Primer Presidente del Congreso Regional de Norte, y, en calidad de parlamentario logró aprobar la llamada “Ley Marquina” que tanto benefició a la ciudad de Trujillo donde realzamos la instalación del monumento de la Libertad de la actual plaza de armas.

Fue muy amigo de don Jacinto Valderrama, padre del músico Carlos Valderrama Herrera, quien vivía en la calle Alfonso Ugarte de Moche, casa más tarde habitada por la egregia figura del escritor José Eulogio Garrido Espinoza por la que se le conoce como “Casona Garrido”.

Fue Director, en 1887, del diario “El Independiente” de Trujillo, clausurado en 1895 por motivos de índole político. Otras poesías de él, aparecen impresas en el semanario literario “La Primavera” fundado en 1887 por Celso Santelices Márquez y Raúl Edmundo Haya de Cárdenas.

Marquina visitó con mucha frecuencia y afecto el famoso “Callejón de las Tapias” de Moche que eran tendales o cabañas habitadas por los mocheros. Estas usuales visitas a la que no le faltaba portar su lira que la tocaba maravillosamente, le hizo componer en 1903 su “Romance del Pueblo de Moche” con la música del profesor Artidoro Cruzalegui Lozano, que fue hallado en 1930 en los archivos de la casa parroquial por el cura del lugar José Mallada Gozá y luego difundida por el historiador mochero don Hermógenes Sachún Cedeño. La campiña mochera lo llevo a escribir el poema titulado: LA HORA DEL CREPUSCULO. Que dice: ¡Qué hermosa es la vida agreste!/ ¡Qué tranquilidad! ¡Qué paz/! ¡Qué encantos tan inefables/ Son los del rústico hogar!/ En él, nada de fricciones /En él, nada de falaz /Todo honradez y alegría/ Y noble sinceridad.//El alma allí se dilata/Y si antes no supo amar, /La mujer de la campiña/ Al gran amor la abrirá!

Marquina, encontrándose en la ciudad de Lima, pobre, viejo y abandonado, pulsaba su lira dedicando bellas composiciones a sus amigos que dejó en Trujillo. Entre estas composiciones figura una dedicada a Telmo Zegarra Andrade y otra a la hermana de éste, doña Delia Zegarra Andrade de Demarco que dice así:

¡Cuándo le agradezco/ Los sones de su arpa,/Para lo mismo Delia/ Que no valgo nada!/¡Gracias Señorita!/¡Gracias, gracias!/De los dos, las arpas/A Dios alcanzaremos,/Delia nuestras almas.

Sentida composición que delata el estado anímico de Marquina en sus últimos años, falleciendo en Lima que el 1º de septiembre de 1951.

Flavio López Solórzano

Escribe: Blasco Bazán Vera

Flavio López Solórzano, nació en Huamachuco, La Libertad, Perú el año 1930. Hijo de don Manuel López Gutiérrez y de Teófila Solórzano. Sus estudios primarios los realizó en la Escuela 260 de Huamachuco, luego pasó a Lima realizando sus estudios superiores en la Escuela Nacional de Arte Escénico.

Actor de Radio-Teatro, Publicista, ha realizado muchos cortometrajes. Premiado en Moscú. Amigo de los Reyes Carlos y Sofía. Conoce el mundo de la TV. Viajero constante. Fundador de innumerables revistas. Conoce casi todo el mundo. Muy pocos como él para conocer el tratado sobre una lidia de toros. Ha publicado cuatro poemarios, también un compendio sobre Sánchez Carrión al que agregamos su obra narrativa “Crónica de un Recuento”; su trabajo teatral “Vamos a Juicio” y su hermosa novela “Atrapados en un Casino”.

Sus poemarios “Séptima Luz”, “Trilogía”, “Matices de mi Tránsito” y “Zona de Neblina”, están verdaderamente logrados. La firmeza de sus apreciaciones y la contundencia de sus ideas nos hacen reconocer la valía poética de este escritor huamachuquino.

Leyendo sus libros sacamos como conclusión que cada uno es un pedazo de su existencia lo que bien vale decir que ahora López Solórzano es producto de lo que siempre buscó: Superación a toda costa. Es tal vez, la poesía de su libro “Matices de mi Tránsito” quien nos radiografía la personalidad de este escritor. Lo escrito en él nos permite conocerlo con aproximada exactitud. En él, la lozanía y la franqueza del carácter que posee López aflora con inusitada nitidez.

El poema titulado “Cholo Mendrugo” es una exacta pincelada que grafica la personalidad de nuestro vate. Quien lea este poema y también los demás libros en prosa, en teatro, en novela, encontrarán que todos están marcados por el objetivo de ir alcanzando una personalidad sumergida en la realidad que convierten a nuestro escritor en un ser positivo y superior que trata a la vida con la sensatez propia del nacido para ser grande sin dejar de ser humilde. “Cholo mendrugo” dice:

Soy... un cholo /con aires argentinos /pero soy pues de aquicito no más; /del Perú jondo. //Soy cholo, /pero uso lentes. //Soy cholo afrancesado /en el vestir /uso traje gris brillante /saco cruzado; de solapas /elegantes, y zapatos de una /sola pieza, /pero mi media está rota /y el fundillo está parchado. //Soy un cholo que quisiera /tener bigotes y patilla /pero me sale unas cuantas barbas /y me pierdo saludando /en las calles soleadas /de neblina en primavera. //¿Pobre cholo. Pobre Lima! /Me saltan las montañas; /con su rugir de lluvia /y su canto de verdes pajonales...Quisiera ser cholo parloteador, /entrador, jodido, pendenciero /y rebelde /pero termino señalando fruta /en el mercado.

Su obra en teatro “Vamos a Juicio” es una comedia musical tremendamente polémica cuyos parlamentos son largos en el que la Biblia juega un importante papel en la idea de cada personaje que lleva a quien lo lea a sumergirse en un interesante viaje de reflexión pues Dios y en Diablo están como espada sentenciosa en cada escena.

Por otro lado su novela “Atrapados en un Casino” es un producto de las andanzas del autor por los casinos de metrópoli limeña a quienes de tanto visitarlos logra descubrirles sus secretos produciéndose hazañas interesantes que nos permite al culminar la lectura esgrimir una disimulada sonrisa por la sagacidad lúdica con que López Solórzano presenta su lucha contra las máquinas bien llamadas tragamonedas que fascinan y terminan engañando a quienes las frecuentan pensando en convertirse en millonarios... pero que al ser jugadas contra Flavio López terminan rendidas, doblegadas, pues nuestro escritor que con poco ardid y mucha sabiduría culmina tragándoselas a aquellas.

Flavio López Solórzano radica actualmente en la ciudad de Lima donde sigue escribiendo y distrayendo su espíritu en las corridas de toros, arte que domina con mucha profundidad.

El Poema Oculto de Cesar Vallejo

Escribe:Blasco Bazán Vera

El estudioso Hugo Arias Hidalgo acaba de descubrir un poema jamás inserto en libro alguno que hable sobre César Vallejo. Sin duda alguna, este descubrimiento enriquece todo lo que se diga y se siga diciendo y escribiendo sobre nuestro vate universal.

Al Instituto de Estudios Vallejianos de Trujillo que preside y dirige el Dr. Adolfo Alva Lescano, nos ha llenado de profunda satisfacción este descubrimiento que alimenta gratamente al mundo intelectual porque se trata de un poema, mejor dicho, del primer poema escrito por el vate santiaguino.

Grande fue la sorpresa de Arias Hidalgo quien estando por Cerro de Pasco, el año 2003, recolectando datos para un trabajo académico en el “Minero Ilustrado”, se topó con un poema que lo deslumbró al comprobar luego que se trataba del primer poema dado a luz pública perteneciente a César Vallejo.

El poema que lleva por título “SONETO” apareció el 6 de diciembre de 1911 en el Nº 782 del vocero “El Minero Ilustrado” de Cerro de Pasco. Vallejo había llegado a esa ciudad andina en mayo de 1911 acosado por múltiples urgencias económicas, que logran, en parte, ser aliviadas al desempeñar como preceptor de los hijos de Domingo Sotil miembro de la alta sociedad cerreña.

Pero, este poema habría pasado desapercibido si es que no se hubiera contado con la disponibilidad de la Universidad Ricardo Palma que rectora el estudioso Iván Rodríguez Chávez, al publicarlo sin retardo alguno acompañado de una deslumbrante nota apreciativa del prominente vallejista, Dr. Edmundo Bendezú Aibar.

Hoy damos a conocer esta pieza literaria resaltando una vez la brillante inteligencia de Vallejo quien siempre estuvo dispuesto a emprender grandes obras como lo hacen los grandes genios. Sorprendámonos al notar que Vallejo contando, solamente con 19 años de edad, había ingresado a escudriñar los campos del soneto cultivados y apropiados solamente por la calidad literaria del español Marqués de Santillana y en el Perú por Martín Adán.

Para Vallejo, introducirse en los predios del soneto no fue una temeridad sino una valentía. Él, sabía que era inteligente. Ya antes, en Trujillo, había deslumbrado a sus amigos, memorizando y recitando un poema que Oscar Imaña Sánchez le leyó y que luego no pudo acordarse cuando quiso recitarlo ante el inaugural Grupo Norte reunido en el atelier de Macedonio de La Torre; o, no permitiendo que sus condiscípulos sean recesados en la asignatura de Química en la Universidad trujillana al prepararlos debidamente contra el tiempo que los ganaba; o, también observando que César Vallejo era el estudiante universitario poseedor de las más altas notas en aprovechamiento.

Este poema primigenio descubierto por Hugo Arias Hidalgo al que Vallejo conscientemente le puso como título “SONETO”, dice así:

El día toca a su fin. De la cumbre
de un enorme risco baja el rebaño
pastor garrido, que con pesadumbre
toca en su quena un yaraví de antaño.

El sol que lento cae, con su lumbre
dá un tinte de misterio y de tristeza
á un campo de solemne soledumbre.
La aura pasa suave. La noche empieza.

La choza pastoral está á la orilla
de un río de corriente silenciosa;
hila en la puerta una india candorosa.
………………………………………
Después los labradores en cuadrilla
rendidos se recogen a la choza
………………………………………
Dá las seis el reloj de una capilla……

Parodiando las mismas palabras de su autor, diremos que, sobre César Abraham Vallejo Mendoza, hay, hermanos, todavía, muchísimo que decir.

Julio Chinchayán Rázuri

Escribe:Blasco Bazán Vera

Nuestro escritor nació en el distrito de Pacasmayo, Provincia De Pacasmayo, La Libertad, Perú, el 29 de julio de 1929. Fueron sus padres don Ernesto Chinchayán Huamán y doña Angélica Rázuri Esteves.

Chinchayán, hizo sus estudios primarios en su tierra natal y sus secundarios en San Pedro de Lloc. Tuvo estudios universitarios en Trujillo en la Facultad de Odontología, carrera que no concluyó para dedicarse como empleado y llegar más tarde a ser honorable funcionario en el Banco Agropecuario en Pacasmayo y luego graduarse de Abogado.

Su eterna inquietud lo ha hecho ser partícipe directo en la fundación de muchas instituciones culturales en su pueblo, tales como el Club Deportivo Cultural “Sport Rayo” y la “Asociación Cultural José Carlos Mariátegui”.

El 25 de agosto de 1969 editó su primer libro titulado “ABISMOS Y ESPERANZAS”, donde él mismo anota que “Los sentimientos escritos en verso, son la expresión de momentos de tristeza y alegría, de ansias, inquietudes que en momentos de la vida nos dicta el corazón.

No hay mejor poesía, que la que sale de lo más hondo de nuestros ser; lo que sentimos y sufrimos en carne propia y lo dejamos estampado como manifestación del espíritu. Todos somos los poetas de nuestra vida, algunos los grabamos en un libro, otros, egoístas, quizá la conservamos en los cofres eternos de nuestro interior”.

Estas cuantas palabras a manera de autoprólogo, casi de un tono etéreo y espiritual, nos hace avizorar a un poeta cuya poesía está nutrida de un lenguaje propio y decisivo.

Su prologuista, el escritor sampedrano Luís Cabos Yépez, afirma de Chinchayán que ha leído con espíritu reflexivo el manojo de versos que le alcanzó Julio Chinchayán Rázuri y tras escudriñar en cada uno de ellos, ha ido, Cabos, compenetrándose de un sentimiento de amor que va “in crescendo” desde el poema inicial hasta el último.”

Esta nota prologal que alcanza Cabos al autor de “ABISMOS Y ESPERANZAS” tiene mucho de cierto. Quien leyera el libro a través de sus sesenta y seis páginas va a coincidir con esta afirmación de “in crescendo”. . Veamos el poema titulado:

GOZAR Y SUFRIR

Las luciérnagas del alma/dan chispazos de alegría/sonríen ante la dicha/ante el amor se redimen.//Y cuando impera la tristeza/sus alas laten pesadas/su tenue luz se dormita/se abrigan en el dolor.

Esta es la manera típica de escribir de Julio. Se sublima y embelesa de tal forma, que nos lleva de la mano a lo metafísico, a lo eterno, con sus versos salpicados de ternura; y más tierno se vuelve aún, cuando simula la pérdida temprana de su madre.

En otros versos, canta a la naturaleza con cierta curiosidad, empleando diminutivos como: “miradita”, “saltitos”, “blanquita”; que por supuesto no demuestra la carencia del lenguaje poético sino la delicadeza con que tiñe sus versos empapándolos con una ternura de expresión admirable como lo demuestra en el fragmento del poema “NOCHE DE LUNA” cuando dice: …/ .../Y sabe dar miraditas/con saltitos centegueantes/alumbrando la fortuna/de los bravos navegantes//…/.../Cuando la luna es redonda/blanquita y escandalosa/…

Así transita la obra “ABISMOS Y ESPERANZAS” llevando en cada uno de sus versos: Matices de recuerdos, amores, reconciliaciones y juramentos. Desparramando remembranzas, rupturas amorosas y sentencias.

Andres Aguirre Lynch

Escribe : Blasco Bazan Vera

Es escritor nació en Salaverry, Trujillo, La Libertad, Perú, el 29 de noviembre de 1936.
Hijo de Luís Aguirre Huamanchumo y Ricardina Lynch de Aguirre. Su inquietud intelectual la demostró desde muy niño. Fue un excelente alumno tanto en la primaria como hasta culminar sus estudios superiores. El año 1974 junto a Manuel Álvarez Haro publican sus inquietudes en un libro titulado con el nombre de “Chunas”. Andrés, publicó diez poemas adornados de una belleza sensitiva. De calidad literaria. De dominio del lenguaje. De profundo amor a la naturaleza. No era para menos. Este poeta, codeado con lo mejor del intelecto trujillano no había dado a luz, hasta ese momento, un libro de su creación. “Chunas”, que no tiene la atracción de un papel bueno o carátula graciosa, aparece como un homenaje que el hijo hace a su pueblo con motivo del 104° Aniversario de la Fundación de Salaverry. Basta esa cantidad de poemas para darnos cuenta que Aguirre es auténtica vena de creación.

Fojeando a “Chunas”, aparece un título interior denominado “Resaca” que es el título general de la decena de poemas que Andrés obsequiara en ese momento al público lector. Allí le canta al muelle, a la gaviota, simula un nocturno en el puerto, mientras en su aposento siguen descansando otros versos esperando el momento de asomar. Y ese nacer llegó el año de 1994 con su hermoso libro “Aristas del Silencio” y que bien vale el nombre pues Andrés supo esperar el momento de darlo a luz como él mismo dice “Esta obra debió aparecer en 1963”.

Circunstancias adversas frustraron su publicación, no obstante encontrarse en prensa. Pero, al fin salió y para alegría de Andrés el libro viene dividido en dos secciones. La primera, llamada “Arista del Silencio” y la segunda “Las noches junto a tu ausencia”. Toda la poesía de su libro es ganadora junto a la de Manuel Ibáñez Rossaza y Gerardo de Gracia Velásquez, de los Juegos Florales promovidos en ese año por la Universidad de Trujillo.

Aguirre es grato y veraz con su prologuista el notable escritor trujillano Wilfredo Torres Ortega quien en agosto de 1963 le brindó una notable apreciación. Wilfredo, no logró saborear lo que años después, Andrés, publicó, enalteciendo a Torres Ortega, al no quitar ni agregar un ápice de palabras a las ya vertidas sobre el libro “Aristas del Silencio” que aquel le hiciera.

La poesía de Aguirre está cargada de sonora entonación. Un poema musicalizado es de grata lectura por la diafanidad que porta. Andrés Aguirre es severo en laborar un poema e incrustarle el ritmo y la música tan necesarios para degustarlos con amplitud. Usa de lo dubitativo no para manifestar impotencia o hasta perplejidad sino como recurso para dejar entenderse mejor. El amor no escapa a toda alma sensitiva menos en la de Aguirre y es allí donde se yergue con plenitud. La poesía de este autor es cuajada, no ostentosa, por lo que permite brindar sus sentimientos con llana claridad. Su poema Nº VIII, Pág. 33. Así nos lo demuestra al decir:

Las olas. / El mar. /Tú. Nuestro silencio./ La hora había llegado. /Noche. /Nuestra esperanza absorta. /Tu silencio. /Pequeña: Ya no somos los mismos; /sin embargo, /desde el piélago/ un tiempo nos reclama. / ¿Tiemblas? /Entre la arena el eco /es una angustia /que recoge tu nombre /a flor de ausencia.

Andrés Aguirre Lynch recibió el grato pedido familiar de recopilar toda la poesía escrita de Wilfredo Torres Ortega. Aguirre cumplió con creces y el año 2005 el mundo intelectual pudo gozar de la prosapia literaria de Torres, el “Poeta del Mar”.

Actualmente el poeta y escritor Andrés Aguirre Lynch desempeña la docencia en una universidad de la ciudad de Trujillo.

martes, 8 de mayo de 2007

CLODOMIRO GUEVARA VARGAS

Escribe: Blasco Bazán Vera

Clodomiro Magno Guevara Vargas, nació en Huamachuco el 15 de abril de 1898. Escribió usando el seudónimo de “Clomaggue”. Sus principales obras son: “Estampas Wamachukinas”, “Rayancimbas”, “Arias Jalkinas” y “Gajos de Ensueño”. Las tres primeras reaparecieron editadas en un solo volumen el año de 1981.

Clomaggue, como ha sucedido con muchos de nuestros literatos de la región liberteña, permanece conocido solamente para su tierra, fuera de ella es un perfecto desconocido. Este es uno de los motivos que me llevan a escribir este Rescate Literario. La tarea es ardua pero al fin obtendremos la satisfacción de que muchos hombres como el caso de Clomaggue, no queden sumergidos en el olvido.

Sus primeros años los pasó estudiando en su antiguo Centro Escolar de Varones 261 de su tierra natal y la secundaria en el Colegio Nacional “San Nicolás”, destacando por su capacidad intelectual, llegando años más tarde a ser docente del mismo plantel.

De Huamachuco pasó a radicarse en la hacienda Cartavio donde impulsado por su afán de justicia y bien, fundó el periódico “Grito de Redención” de estilo peleador y combativo. Después de realizar una fecunda labor cultural, intelectual y periodística, regresa a su tierra cargado de emoción social. El Apra y su legado histórico habíanle conquistado. Esto le trajo los sinsabores de siempre: Persecución y cárcel que pagó componiendo bellos versos de profunda admiración. El aprecio de sus contemporáneos lo convirtieron en alcalde de su ciudad al frente de la Junta Municipal Transitoria donde cumplió acertada labor.

Clomaggue, es el poeta que ama y canta a su terruño. En su libro “Estampas Wamachukinas” nos ofrece poemas cargados de pasión a la tierra que lo vio nacer. Hace una bella descripción de su pueblo serrano con tanta maestría que nos asombra su calidad artística, y, más aún, nos quedamos estupefactos al sentir que nuestros estudiantes jamás, poco o nada, conozcan sobre este autor capaz de sublimar y pulir con sus versos el espíritu del hombre. Sus poemas son una sinfonía de aprecio y candor. Son una clarinada de alerta para muchos escritores que desdeñando el lugar donde nacieron, jamás le cantan a sus pueblos con la inocencia, pureza y lealtad como canta este vate. Con que dulzura, se refiere, en el poema “Mi Kancha”, al maíz hecho cancha en el que notamos la facilidad con que desliza su admiración a este manjar de la naturaleza, presentándonos a un verdadero cultor de la poesía cuyas frases están rebosantes de simpatía, de tibieza fraterna, de amical confidencia. Guevara, con su poema titulado “Mi Kancha” de su libro “Rayancimbas”, nos estremece al convertir un simple cereal en una hermosa alegoría de amor. Disfrutemos una parte del poema:

MI KANCHA

Kancha, kancha, kancha dulce,
pan incario, pan silvestre,
recia trama de kushal.
Sinfonía dental de los arrieros,
de los pongos y zagales,
de los chaskis y faineros.
Kancha, kancha, kancha dulce,
campanada preventiva
de los rústicos yantares…

Transmito parte de este poema con la finalidad de avivar el amor hacia lo nativo, hacia lo nuestro y así comprender cómo exaltan los hombres a su riqueza natural. Cómo los pueblos cantan a sus frutos con tanta afecto y cómo alaban su grandeza. Pero, este cantor andino como fue Clomaggue, sólo es conocido en su pueblo. Los editores y buscadores de libros se anidan en “Lima la horrible” al decir de Salazar Bondy y cantan lo que les llega a sus manos convirtiendo en escritores a muchos que no se lo merecen. Jamás investigaron. Se quedaron quietos y amorfos en su Lima con sus “grandes” literatos sin recuperar a otros como el que hoy estamos dando a conocer.

Guevara Vargas y su libro “Estampas Wamachukinas”, nos recrea de veras y traslada el ande fijándolo en nuestra retina. Canta a sus mejores hombres, a sus escuelas, iglesias, a las fiestas religiosas y su primero de mayo; a su campiña y como no podía faltar, canta a su madre a quien le dedica un tierno poema que identifica la azarosa vida que vivió el poeta. Pero, este canto a su madre, no es decadente y ni menos desgraciado. Es un canto filial, inmensamente apasionado y hasta podríamos decir, confidente y buscador de un perdón. Una estrofa delata el estado de ánimo de Guevara cuando le dice a su madre:

“... ¡Pobrecita, madre mía! en tu testa ya ha nevado/ Más. ¿Qué importa/ que en tu cúspide haya nieva/ si es tu pecho un volcán combustionado?... Eres víspera ya de una agonía/ Más, ¿quién sabe si mañana cerraré yo tu pupila o vos la mía?...”

En su otro libro “Rayancimbas” (1940), Clomaggue se le nota más cuajado. Sus versos son torrente de lucidez extrema. Asombra su manera de escribir. Detalla los pueblos con su gente y sus costumbres con tanta armonía, que, en verdad, reclama urgentemente que este escritor sea estudiado y conocido en toda su dimensión. Cada poema es un brochazo bello de palabras que se incrustan en nuestras venas y nos hacen leerlo con avidez pues sus palabras son penetrantes, incisivas, reverentes.

Clodomiro Guevara Vargas murió el 2 de julio de 1951 a poco tiempo de haber escrito sus libros “Arias Jalkinas” y “Gajos de Ensueño” dejándonos el sabroso recuerdo de sus versos cargados de firmeza y aplomo literario.