sábado, 28 de abril de 2007

NEPTALÍ RAMÍREZ AMAYA

Escribe:Blasco Bazán
Nació en Paiján, Provincia de Ascope, Región La Libertad, el año 1921. Fueron sus padres don Marcelino Ramírez Guzmán y Jesús Amaya Flores. Sus estudios primarios los inició y los culminó en el glorioso Centro Viejo “Pedro M. Ureña” de Trujilo.

La secundaria la realizó en el Colegio Seminario “San Carlos y San Marcelo” y los universitarios los cursó entre Trujillo y Lima. En Trujillo estudió en la facultad de letras donde sus poemas eran leídos por sus amigos en sendas reuniones sociales y amicales.

En Lima prosiguió sus estudios de Educación en la especialidad de Castellano y Literatura en la Universidad Nacional de San Marcos. Ya recibido como maestro ejerció en el Colegio Salesiano de Lima. Luego es nombrado a ejercer la docencia en la ciudad de Arequipa donde enseñó en el Colegio Centenario “San Luis Gonzaga” de Chuquibamba, capital de Condesuyos donde recreó en diversas actividades literarias a la multitud a través de sus poemas.

Luego a su solicitud se trasladó a Huanuco donde su calidad humana le hizo fundar el Colegio “Huamalíes”. Ese periplo magisterial le hizo recorrer los ríos Marañón y Huallaga y de hecho contactarse con la sabia naturaleza.

Trasladado a Chimbote fue nombrado en la Gran Unidad “San Pedro” de esa ciudad donde, por su capacidad se le pidió ser organizador y luego Director de la prestigiosa Normal “Indoamérica” de Chimbote.

Gran amigo del Dr. Sixto Alarcón Sánchez quien trajo de Chimbote a Trujillo a Neptalí a trabajar en colegio “San Juan” donde se jubiló después de 31 años de servicios.

Ha escrito seis poemarios: “Al borde del crepúsculo”, “Inflorescencia de mi espíritu, “Claridades y sombras”, “Dolor y Optimismo”, “Luz en la penumbra del amanecer”, y “Anhelos y dolor en la lucha”

“Al Borde del Crepúsculo” es un poemario donde Amaya con suave ternura y mucha sutileza, con maestría diremos, nos va atrapando con sus cantos producto de una extrema sensibilidad y belleza tan necesarias en la poesía. Son 60 poemas y cada uno de ellos demuestra la reciedumbre con que han sido elaborados.

“Inflorescencia de mi espíritu” no es sino el fiel reflejo de su existencia, de su transitar por las ciudades, de captar en cada una ellas la sonrisa de un niño o el llanto del desposeído. De protestar contra el castigo abusivo o de sublimarse ante una contrita oración a Dios.

“Claridades y sombras”, es el nombre ambivalente que le ha puesto a este su poemario que no es sino un canto a las certezas y no tantas que damos en el trajinar de la vida. Muchas veces decimos, una son de cal otras de arena; la diferencia estiva en que cada poema que trae este libro es un canto a las muchas alegrías que conquistamos en la vida o las muchas tristezas que a veces nos flagela.

“Dolor y Optimismo”, comentamos que el dolor, dentro de la poesía, no constituye un decadentismo artístico ni menos literario. El poeta asume este nombre para decirnos que éste es el trampolín al éxito, al optimismo. Una vez más nuestro poeta Neptalí Ramírez Amaya hace una jugada de pared entre ambos términos y en refinada expresión artística no arma una polémica sino una sutil diagramación de sus sentimientos.

“Luz en la Penumbra del amanecer”, Neptalí Ramírez Amaya, fiel a su forma de ser y hacer poesía, nos sorprende ahora con un nuevo poemario donde a la realidad natural que rodea su inspiración, le agrega la realidad cósmica, convirtiendo su creación en un bello arte colmado de equilibrio y sensatez pues no está ausente el contenido moralizante ni tampoco la conseja.

“Anhelos y dolor en la lucha”, es un homenaje a las luchas que el hombre emprende con el fin de edificar una sociedad justa y verdadera; donde el hambre y la explotación sean cosas del pasado, aplastados por la indómita fuerza de la moral y la imparcialidad. Con gran certeza fustiga al político acomodaticio, implacable señala que la patria tiene como destino el triunfar y a la bandera peruana la barniza con el sabor de una hostia santa.

¡Cuanta fuerza contiene este poemario! ¡Es un tomo de pureza que azota fieramente las flaquezas humanas!

Neptalí Ramírez Amaya, con sus largos años, sigue dándole a la poesía, allá, en su balneario de Buenos Aires, Trujillo, donde actualmente reside.

LEONCIO BUENO BARRANTES

Escribe: Blasco Bazán Vera
Leoncio Bueno Barrantes, nació en la hacienda “La Constancia” de la ciudad de Chocope, Prov. De Ascope, Región La Libertad-Perú, el año de 1921. Hace mucho tiempo que emigró a la capital donde apareció siempre confundido con las luchas sociales.

Su actividad social le permitió crear imágenes suficientes para más tarde lograr editar sus libros. En Lima el año de 1956 aparece junto a otros poetas fundando “El Grupo Intelectual Primero de Mayo” que tenía entre sus integrantes a los poetas liberteños Alejandro Romualdo Valle y Jesús Ängel García; y del cual grupo del cual se desliga el año 1968.

La poesía de Bueno tiene un sello característico: El fragor de la insurgencia. Sus libros, todos de poesía como: “Al pie del yunque” (1966), “Este Gran Capitán” (1968), “Pastor de Truenos” (1968), “Invasión Poderosa” (1970), “Rebuzno propio” (1976), “La guerra de las Runas” (1980) y “Los últimos días de ira”, reclaman sin tapujos la reivindicación social cuya fuerza las reciben del poeta quien imprime su experiencia personal vivida en 1958 cuando invadió las eriazas pampas de Comas-Lima.

Leoncio Bueno, por un lado, con sus versos, fustiga la incomprensible sociedad; y por otro, trata de hacer de la vida un remedo de sarcasmo.

Estos dos aspectos nos hacen comprender que la vena literaria no surgió en Bueno como un exabrupto sino que la sensibilidad innata de su persona le hicieron más bien madurar las cualidades que traía dentro. En una palabra: Sus ideas se nutrieron y crecieron mucho más cuanta más agua de rebeldía recibían. No nació el poeta despechado. Nació el poeta que hizo a muchos sentir que la vida es dulce y que merece ser tratada con ternura. Estos dos aspectos: Lo rebelde y lo pícaro, se dan a lo largo de todos sus poemas. ELo rebelde aparece en su poema “El Wayno de Comas” de su libro “La Guerra de las Runas”, al escribir:

Un día la masa dijo ¿Somos o no somos?
Tomaremos estos cerros
Y he aquí, se alza una obra grande, enganchada
Al remolino
De la era espacial.
Llegamos los hombres de la masa
No teníamos agua para beber pero plantamos
Árboles.

El segundo aspecto nos lo señala en su poema “Asno Rayado” de su libro “Rebuzno Propio”, al escribir:

ASNO RAYADO

Mi abuela,
mujer constante y leedora
se llamaba “Ragnut”
raro nombre. El burro
inconfundible a la distancia
por su clarín personal
fue mi primer amigo
y también mi maestro.
De él aprendí a trabajar como un burro,
A respingar como un burro
Y a enamorarme como un burro.

La poesía de Leoncio Bueno gusta por la comprensión que destilan cada uno de sus versos y, digamos, si volviere como así me temo a publicar otro libro más, éste, guardará siempre el sabor del primero en que volveremos a degustar la vigorosa creación e imperdible tesón que impone a sus luchas reivindicativas a favor de los desposeídos.

JACINTO MENDOZA LIZA

Escribe:Blasco Bazán Vera
Jacinto Mendoza Liza, nació en el distrito de de San Pedro de Lloc,Prov. De Pacasmayo, Región La Libertad, el 26 de setiembre del año 1914. Año de guerra, de continuo retumbar de metralletas y sórdidos estruendos de cañones que tiñeron de vivo carmesí los campos de Francia.

Como él mismo afirma nació bajo el signo de Libra, al amparo de Urania redentora, coronando Venus a Minerva.

Fueron sus padres don Jacinto Mendoza Esteves y doña Manuela Liza Chávez.
Jacinto, hijo, fue padre de 18 vástagos.

Dedicado desde muy pequeño a la lectura de signos zodiacales, volcó en ellos gran parte de su tiempo tratando de dirigir su destino por el mensaje de los astros.

Su vida estuvo enmarcada a vivir para trabajar y comer. Su pasatiempo fue leer “El más allá” que le sirvió de fuente de inspiración en la mayoría de sus versos. Mendoza es un poeta que emplea el lenguaje esotérico, amalgamándolo de tal manera, que la belleza fluye en cada uno de sus renglones con gran aplomo y seguridad.

En sus tiempos juveniles, se dedicó a la búsqueda de los tesoros perdidos en las pampas de Cupisnique, escribiendo años más tarde su libro titulado “CUPISNIQUE” que sirvió de guía a otros exploradores que se dedicaron a desentrañar este misterio lleno de historias y fantasías.

Al transportarse al mundo subjetivo de sus recuerdos traen a su mente las primeras auroras que iluminan el maravilloso imperio de la edad de Jacinto. El más hermoso paisaje de su vida, alfombrado de bellas inquietudes con inocente reflejo del dulce sonreír de un niño. Desde ese mundo de ilusiones y de incontenibles sucesos, buscó su espíritu inquieto todo aquello que se ocultaba bajo el manto de lo desconocido, no sin antes, beber el claro néctar de la instrucción en el sagrado recinto de la Escuela 231 de su tierra natal, único manantial del saber que añoraba con generosa gratitud.

Jacinto Mendoza Liza, ha escrito su obra “CUPISNIQUE” haciendo un bello relato literario en verso sobre los imaginables tesoros perdidos en el cerro del mismo nombre. La obra, presenta, además, otros versos dedicados a San pedro de Lloc y otros de carácter místico que no podían faltar, porque son su vida, conjugados de profundo contenido esotérico como vemos a continuación:

MUNDO MISTERIOSOS EN QUE VIVIMOS

Inocentes son los ríos
Del caudal que llevan,
Inocente vive el mar
De los peces que lo pueblan.
Inocentes son las flores
Del perfume que despiden,
Inocente es el hombre
Del misterio en que vive.
No te dicen los mares
Al volver en ríos,
No te dicen los años
A volver en sus días.
No te dice el viento
Al dar la vuelta al mundo
O no comprendes
O comprender no quieres:
¿Qué es la vida?
¡El volver de muerte!
¿Y la muerte?
¡El volver de vida!

La reflexión que hace gala Mendoza es propia de los Rosacruces a quienes leyó ávidamente desde su juventud.

Terrenalmente vivió en San Pedro de Lloc evocando siempre al “Cupisnique” en su entusiasmo que le obligó a escribir la obra que comentamos que como él dijo: “Hoy estrechando fraternalmente la épica y la lira de burda pero empeñosa pluma, nace y sale a luz esta gran verdad que encierra nuestra gloriosa Provincia de Pacasmayo”.

Jacinto Mendoza Liza falleció el año 1980

OBRA:
“LOS TESOROS Y MISTERIOS DE CUPISNIQUE” (poesía -1967).

THELMO HOYLE DE LOS RÍOS

Escribe: Blasco Bazán Vera
Thelmo Hoyle de los Ríos, nace en la ciudad de Trujillo el 21 de enero de 1906. Su padres fueron el gran músico trujillano Daniel Hoyle Castro y la distinguida dama doña Leticia de los Ríos León. Pasó su niñez en las haciendas Chiquitoy, Roma y Ascope. Sus primeras letras las aprende en la escuelita de varones de Chiquitoy que gerenciaba su padre. El campo, la naturaleza, nutrió el alma infantil de Hoyle a la vez que el suave canto de los pájaros mecieron de paz y ternura su niñez par más tarde diseñar un hombre de ínclita personalidad, lleno de amor al prójimo.

Al fallecer su madre cuando tenía apenas 8 años de edad, pasó a vivir a Trujillo con su abuela materna doña Manuela León Márquez; él y sus hermanas menores Leticia y Daniela, esperaban ansiosos las vacaciones para regresar a Chiquitoy a seguir gozando de la naturaleza y del amor de su padre.

Estudió en el glorioso Centro Viejo “Pedro M. Ureña”, luego pasó como interno en el Instituto Moderno cuando era Director el Dr. Santiago Uceda, donde terminó sus estudios secundarios.

Cuando su vida rebozaba de felicidad. Cuando sus ojos empezaban a encenderse de las luces del futuro, su espíritu aventurero le gana y lo lanza recorrer el mundo, llegando a Panamá, Estados Unidos y parte de Europa.

En Nueva York estudia Ingeniería Mecánica y a los 22 años el amor llama a su puerta y a esa edad se casa con doña Esperanza Viñas Guzmán con quien regresa a Trujillo donde tiene cinco hijos: Thelma, Edmundo, Lidia, Vivian y Marcela Hoyle Viñas.

Su regreso al Perú se debió a que su padre, don Daniel, entonces Secretario General del Partido Aprista en Trujillo, había sido tomado preso, por lo que Telmo tuvo que hacerse cargo de los negocios que había emprendido su progenitor en el fundo “El Molino”.

No se dedica a ejercer su profesión de mecánica pero sí a la agricultura. Primero en el fundo El Molino y luego en terrenos propios de su fundo “La Esperanza” en el que se dedica a la siembra de hortalizas y al fomento de granjas de pollos, patos y pavos. También trabajaba en sus molinos de granos.

Dedicado desde su juventud a los trabajos de campo, nunca dejó de intervenir en la vida cultural, social, cívica y de política local. Su mayor aspiración fue poner en marcha una cruzada contra la contaminación ambiental a fin de salvar la naturaleza y los recursos naturales.

Empezó a escribir a una edad madura siendo el motor de su inspiración el nacimiento de su nieta María Pía. Un año antes de su muerte sacó a luz, un apacible y bello poemario titulado “VIDA, FE Y REBELDÍA” (1995), donde aparte de hermosos poemas vienen algunas reminiscencias sobre “Su Trujillo” que amó entrañablemente y que por obra de la pluma de Hoyle, muchas costumbres de Trujillo ya no serán olvidadas por que él las eterniza con realidad y precisión.

Pero, algo donde destaca don Telmo Hoyle, es en la poesía. Con segura habilidad canta a la soledad, se torna místico, se sumerge en sugerente reminiscencia evocando recuerdos que atenazaron su vida hasta el extremo de hacerlo verter dolidas lágrimas. Expone los consejos que le brinda la experiencia y como si fuera poco, a ese Thelmo, que muchas veces lo vimos transitar circunspecto y mesurado, nos asombra con su poema “Canción de amor…”

El Trigo, en el sentir de Hoyle, adquiere una recia sensatez bajo su inspiración. Canta a este cereal desde que está azotado por el viento y que cual alfombra verde, al moverse, semeja a azules olas marinas. Nos hace sentir la música que produce sus espigas y nos recuerda al sabroso pan de nuestras mesas. Hoyle, con gratitud inmensa, bendice a Dios por darnos el trigo y lo recuerda hecho ostia en la comunión de amor entre el hombre y Dios. Nuestro poeta se alegra de que haya trigo pues las esperanzas de que no haya hambre se agrandan, se vuelven gozos, y, como el ser amante y amoroso, coge un puñado de estas semillas, las enaltece y las ofrece a Dios pidiéndole para que tampoco falte ni la música, ni la alegría.

“VIDA, FE Y REBELDÍA” es un poemario que canta a la alegría, a la fuerza indómita que pone el hombre que cree en Dios para vencer obstáculos y alzarse hacia el triunfo.

Hoyle de Los Ríos fue gran amigo de Ciro Alegría. Pariente de Víctor Raúl Haya de la Torre. Gustaba de la música clásica, admirar las buenas pinturas de autores del medio como a Pedro Azabache, Luís Albitres Mendo, Armando Reyes Castro, Eladio Ruiz Cerna; admirar las finas caricaturas de Manlio Holguín Gómez o escuchar los recitales de la declamadora Mavila Cubas Vásquez. Escribía y hablaba correctamente el inglés. Un domingo del 24 de noviembre de 1996, sus ojos se cerraron para siempre, a las 8.30 de la mañana.

lunes, 23 de abril de 2007

NEPTALÍ RAMÍREZ AMAYA

Escribe:Blasco Bazán Vera

Nació en Paiján, Provincia de Ascope, Región La Libertad, el año 1921. Fueron sus padres don Marcelino Ramírez Guzmán y Jesús Amaya Flores. Sus estudios primarios los inició y los culminó en el glorioso Centro Viejo “Pedro M. Ureña” de Trujilo.

La secundaria la realizó en el Colegio Seminario “San Carlos y San Marcelo” y los universitarios los cursó entre Trujillo y Lima. En Trujillo estudió en la facultad de letras donde sus poemas eran leídos por sus amigos en sendas reuniones sociales y amicales.

En Lima prosiguió sus estudios de Educación en la especialidad de Castellano y Literatura en la Universidad Nacional de San Marcos. Ya recibido como maestro ejerció en el Colegio Salesiano de Lima. Luego es nombrado a ejercer la docencia en la ciudad de Arequipa donde enseñó en el Colegio Centenario “San Luis Gonzaga” de Chuquibamba, capital de Condesuyos donde recreó en diversas actividades literarias a la multitud a través de sus poemas.

Luego a su solicitud se trasladó a Huanuco donde su calidad humana le hizo fundar el Colegio “Huamalíes”. Ese periplo magisterial le hizo recorrer los ríos Marañón y Huallaga y de hecho contactarse con la sabia naturaleza.

Trasladado a Chimbote fue nombrado en la Gran Unidad “San Pedro” de esa ciudad donde, por su capacidad se le pidió ser organizador y luego Director de la prestigiosa Normal “Indoamérica” de Chimbote.

Gran amigo del Dr. Sixto Alarcón Sánchez quien trajo de Chimbote a Trujillo a Neptalí a trabajar en colegio “San Juan” donde se jubiló después de 31 años de servicios.

Ha escrito seis poemarios: “Al borde del crepúsculo”, “Inflorescencia de mi espíritu", “Claridades y sombras”, “Dolor y Optimismo”, “Luz en la penumbra del amanecer”, y “Anhelos y dolor en la lucha”.
“Al Borde del Crepúsculo” es un poemario donde Amaya con suave ternura y mucha sutileza, con maestría diremos, nos va atrapando con sus cantos producto de una extrema sensibilidad y belleza tan necesarias en la poesía. Son 60 poemas y cada uno de ellos demuestra la reciedumbre con que han sido elaborados.

“Inflorescencia de mi espíritu” no es sino el fiel reflejo de su existencia, de su transitar por las ciudades, de captar en cada una ellas la sonrisa de un niño o el llanto del desposeído. De protestar contra el castigo abusivo o de sublimarse ante una contrita oración a Dios.

“Claridades y sombras”, es el nombre ambivalente que le ha puesto a este su poemario que no es sino un canto a las certezas y no tantas que damos en el trajinar de la vida. Muchas veces decimos, una son de cal otras de arena; la diferencia estiva en que cada poema que trae este libro es un canto a las muchas alegrías que conquistamos en la vida o las muchas tristezas que a veces nos flagela.

“Dolor y Optimismo”, comentamos que el dolor, dentro de la poesía, no constituye un decadentismo artístico ni menos literario. El poeta asume este nombre para decirnos que éste es el trampolín al éxito, al optimismo. Una vez más nuestro poeta Neptalí Ramírez Amaya hace una jugada de pared entre ambos términos y en refinada expresión artística no arma una polémica sino una sutil diagramación de sus sentimientos.

“Luz en la Penumbra del amanecer”, Neptalí Ramírez Amaya, fiel a su forma de ser y hacer poesía, nos sorprende ahora con un nuevo poemario donde a la realidad natural que rodea su inspiración, le agrega la realidad cósmica, convirtiendo su creación en un bello arte colmado de equilibrio y sensatez pues no está ausente el contenido moralizante ni tampoco la conseja.

“Anhelos y dolor en la lucha”, es un homenaje a las luchas que el hombre emprende con el fin de edificar una sociedad justa y verdadera; donde el hambre y la explotación sean cosas del pasado, aplastados por la indómita fuerza de la moral y la imparcialidad. Con gran certeza fustiga al político acomodaticio, implacable señala que la patria tiene como destino el triunfar y a la bandera peruana la barniza con el sabor de una hostia santa.

¡Cuanta fuerza contiene este poemario! ¡Es un tomo de pureza que azota fieramente las flaquezas humanas!

Neptalí Ramírez Amaya, con sus largos años, sigue dándole a la poesía, allá, en su balneario de Buenos Aires, Trujillo, donde actualmente reside.

domingo, 22 de abril de 2007

HORACIO ALVA HERRERA

Escribe: Blasco Bazán Vera
Horacio Alfonso Alva Herrera, nació en Pacasmayo el 18 de noviembre de 1918. Hijo de Horacio Alva Tirado y Regina Herrera Flores. La vida de Alva estuvo matizada de acciones heroicas en su juventud y más aún en su adultez. Desempeñó el cargo de Jefe de Registros Públicos de La Libertad.

Hablar con Horacio Alva era parlar con la sencillez. Su presencia irradiaba bondad y dureza, binomio suficiente para hacerse una idea de la ínclita personalidad de Alva que hacen imaginarse un hombre legendario. Quienes lo conocimos resaltamos su afición a las letras a las cultivó hasta su muerte.

Su pluma se caracteriza por el infinito amor a la naturaleza: Pájaros, árboles y mar. Mar, que otros lo toman como motivo decorativo para escenas bucaneras. Alva lo transforma en canto de inmensa pureza evocando a la gaviota, a las arenas, las playas, los peces, la pesca, el azul-verdoso de su profundidad.

Al mar lo convierte en belleza y a sus olas tiende la atarraya del amor. Su viva inteligencia le hizo escalar puestos que los desempeñó con mucha perseverancia y tesón. Se graduó de Abogado en los Tribunales de Justicia el 3 de noviembre de 1943. En 1955 Secretario General del Honorable Concejo Provincial de Trujillo, aparte que desde 1944 vino desarrollando el cargo de Catedrático Titular Principal de los cursos de “Literatura Peruana” y “Literatura Americana” en la Universidad Nacional de Trujillo hasta el año 1972 en que cesa por propia voluntad.

En honor a su carrera docente, el Concejo Universitario Bolivariano de la UNT el año de 1972 le otorgó el título de Profesor Emérito.

Horacio Alva Herrera, no sólo se dedicó a la docencia sino también al periodismo donde tuvo una muy amena columna semanal en el diario “La Industria” de Trujillo, escribiendo sobre temas esotéricos, literarios (crítica), satíricos y otros... su sátira se destaca por ser punzante y amena.

Su escribir es sencillo y fuerte. En sus versos no hay resignación ni decadencia de espíritu... no hay nostalgia infame. Hay decisión y valentía. Sus ilusiones las lanza a Dios y las matiza con viento, arpones, algas, barcas y naufragios. Alva, representa pues al poeta que canta al mar. A ese mar ancho pero no ajeno a quien le restituye belleza y resplandor a través de sensibilidad y amor a todo lo marino; es decir, lo absoluto, para él es el MAR. El es su centro y su interés, digamos es su amigo mudo y misterioso e inmenso en quien deposita sus cuitas, esperanzas y emociones.

Se inició como masón el 25 de mayo de 1961 y en carrera verdaderamente meteórica llegó a ser Vice-Gran Maestre de la Logia Masónica del Perú. Esto haría que su espíritu se enfrasque en una misión compleja y elevada convirtiendo su poesía en cantos más tiernos y hermanales tratando de edificar su templo con ladrillos de sabiduría y virtud.

Profesor de Historia en varios planteles de Trujillo, nacionales y particulares desde 1942 a 1962. Director de la Revista Oficial de la Universidad de Trujillo durante muchos años. Descolla en la novela y en el cuento. Poeta a carta cabal. Sus obras las ha publicado en un lapso de 30 años de intensa labor literaria. Fino conferenciante. Ha sostenido ciclos de conferencias y jornadas culturales en diversos puntos del país.
Ha participado en varios certámenes literarios como el de la ciudad de Arequipa donde se llevó el Primer Festival de Poesía Peruana el año 1963 representando al Nor-Peruano y de igual forma en el segundo Festival organizado en esta misma ciudad el año 1967. Más antes lo hizo en Piura, el año 1958 durante la Tercera Jornada Artística e Intelectual del Norte.

Su vida, como decimos, fue de un amplio crear y triunfar. Los premios que le brinda el “mundo profano”, con él decía, los recibe cuando ocupa los primeros puestos de novela, poesía épica y dramática durante los Juegos Florales Universitarios de Trujillo el año de 1940. Vuelve a triunfar el año de 1941 cuando ocupa el Primer Puesto de Poesía Dramática en Concurso Universitario. Primeros puestos en Cuento y Poesía Lírica, durante el Concurso Nor-Peruano, auspiciado por la Asociación Cultural de Piura el año 1957. Aquí también ocupa el segundo puesto en Ensayo. Primeros premios en Novela y Cuento en el Concurso Nor-Peruano auspiciado por el Concejo Provincial de Trujillo el año 1949, Segundo puesto en Cuento Infantil, en el Concurso Nacional Diario “El Comercio” de Lima.

Esta es la figura de Horacio Alva Herrera. Hombre de temple y decisión. Siguió vertiendo con neta limpidez, temas literarios que nos muestran la claridad y belleza con que están gestados. Murió en Trujillo el 27 de diciembre de 1988.Ha escrito:“Ritmos indoamericanos”, “La epopeya de Trujillo”, “Sonetario trujillano”,“Cantos de mar y soledad”, “Crepúsculos”, “Cuando el agua venga”, “Visión e interpretación sintética de nuestra poesía”, “Posibilidades literarias de nuestra costa”, “Poesía del mar en el Perú”, “Sentido de lo picaresco en la obra de Cervantes”, “Poesía pura y poesía social”, “Proceso de la literatura costanera en el Perú”, “Amarilis”, “El silulo del abuelo”, “El chinchorro” y finalmente, el titulado: “Poemas”.

miércoles, 18 de abril de 2007

FRANCISCO SANDOVAL BUSTAMANTE

Escribe: Blasco Bazán Vera.
Francisco Arturo Sandoval Bustamante, nació en Ascope el 29 de enero de 1900. Hijo de Álvaro Gabino Sandoval con Manuela Bustamante Castañeda. Cuando joven se le llamo Frank, su apellido es Sandoval, con la letra S más luego cambia ésta por la letra X y termina por conocérsele como Xandóval. Sus primeros años los vivió en casa que sus tíos tenían en la esquina de la calle Orbegoso, frente a la plazuela, Santa Ana de Trujillo. Con motivo de muerte de su hermana María Rosa, se trasladó a vivir en el segundo piso de la calle San Martín, adyacente a la actual Iglesia Santa Rosa. Cerca de él vivía Juan Espejo Asturrizaga con su hermana Rosina Espejo quien más tarde sería la esposa de Xandóval.

Sandoval fue otro componente del “Grupo Norte” y así como otros, llegado de su Ascope natal a Trujillo, a partir de 1915 él con otros intelectuales empiezan a reunirse en la “gorzoniere” de José Eulogio Garrido y hacerse notar en el plácido y quieto ambiente de Trujillo con su alboroto, sus fiestas campestres y los recitados en sus ágapes. Francisco Sandoval en aquella época era estudiante de colegio, pero el unirse al Grupo Trujillo, le valió ser fundador, el 23 de julio de 1917, de los SÁBADOS LITERARIOS que comenzó a editarse en el diario “La Reforma”, donde también colaboran Carmen Rosa Rivadeneyra, Felipe Alva, Federico Esquerre.

Orrego, nos da más luces sobre la aparición en el escenario literario, de Sandoval, cuando narra la aparición del núcleo inicial del “Grupo Trujillo”, “Bohemia” o “Norte” al decirnos: “Poco después, el núcleo se seleccionó y se amplió. Se incorporaron sucesivamente, en diversas etapas, César Vallejo, Alcides Spelucín, Macedonio de la Torre, José Eulogio Garrido, Víctor Raúl Haya de la Torre, Federico Esquerre, el poeta Oscar Imaña, Domingo Parra del Riego, Carlos Valderrama, Alfredo Rebaza, Juan Espejo Asturrizaga, el músico Daniel Hoyle, mucho mayor que nosotros, Francisco Sandoval...” .

Los escritos de Sandoval despertaron la admiración de sus amigos. Vallejo comentó al respecto: “Los versos de Xandóval son siempre patéticos y estremecidos, como cosa que se ama y se sufre”.

El año de 1922, Xandóval, residía en la calle Acequia Alta Nº 245 de Lima donde también vivían Crisólogo Quezada Campos y César Vallejo Mendoza. A esta casa se le “bautizó” como el “Consulado de Trujillo” pues se convirtió en sitio obligado de reuniones, especialmente por las noches como nos lo dice Juan Espejo: “En ella eran contertulios constantes, especialmente en las noches, Juan José Lora, Manuel Vásquez Díaz, Alfonso Sánchez Urteaga (Camilo Blas), Carlos Espejo Asturrizaga, Macedonio de la Torre, Víctor Raúl Haya de la Torre y su hermano Cucho y Carlos Manuel Cox, entre los viejos amigos de Trujillo...”.

Como puede observarse, la amistad intelectual que gozó Xandóval, paulatinamente le fueron incitando a escribir sus bellos libros “Canciones de Maya” (1941), el “Libro de las Paráfrasis” (1967), “Yana-Huáccar”. Este último lo terminó de escribir en 1944 y trata sobre la vida del milagroso clérigo Antonio de Saavedra y Leyva.
Su amistad con Vallejo le permitieron congraciarse algunas burlas de parte de ambos, a las que se unió Crisólogo Quezada Campos de quien Orrego admiraba su risa socarrona. Recordada es la broma que ambos jugaron a Vallejo cuando éste ya había entregado su obra (más luego llamada “Trilce”) a los talleres de impresión. Vallejo todavía no había determinado qué nombre llevaría el libro al que había titulado “Cráneos de Bronce” y así lo mandó imprimir. Pero Vallejo añoraba que se llamase con su propio nombre. Esta la disyuntiva lo confundía entre llamarle “Vallejito” diminutivo de Vallejo, que no le gustaba; o “Valle”, “Vallecito o “Vallón”, pero parece que a Vallejo, no se le cocinaba la final determinación. Entonces definió que su libro se llame “César Perú” y así comenzó a imprimirse. Crisólogo Quezada y Francisco Xandóval, compañeros de domicilio de César, le iniciaron, como narra Juan Espejo Asturrizaga, “una sorda campaña de bromas y burlas por este inesperado cambio de nombre y le recordaban que estaba imitando a D’Annunzio, Anatole France y otros. La campaña fue subiendo de tono sobre todo en el lenguaje duro y enérgico de Crisólogo que no despreciaba ocasión para zaherirlo. CesarVallejo, rindiéndose a las razones de lo ridículo del caso, decidió que su libro llevaría su propio nombre y Comisionó a Xandóval, quien corregía las pruebas, para hacer la sustitución respectiva...”

Xandóval, llamado “El Moro”, regresó dando a conocer que ya las primeras carillas del libro estaban impresas y que para cambiarlas o rehacerlas se necesitaban tres libras de pago adicional. Esto mortificó a Vallejo quien insistentemente comenzó a repetir las palabras “tres” pronunciando, tres, triss, triess, tril, trilss ¿trilce?, bueno dijo Vallejo el libro no llevaría mi nombre pero se llamará “TRILCE”, y así, nació Trilce.
Xandóval en Trujillo incursionó duro y parejo en el periodismo en calidad de miembro de la redacción del flamante diario “EL NORTE” cuyo primer número salió a luz el 1ro. de febrero de 1923. La redacción la compartió Xandóval al lado de Federico Esquerre, Juan Espejo Asturrizaga, Carlos Manuel Cox y Jorge Eugenio Castañeda Peralta.

Ha publicado los poemarios “El Libro de las Paráfrasis”, “Canciones de Maya , “Retornos” y la novela “Yana Huaccar”. “El Libro de las Paráfrasis”, que es un arreglo de poesías asiáticas, vertidas al frances, se imprimió por dos veces en 1967 y 1995 contando siempre con el decidido empuje de Teodoro Rivero Ayllón, depositario de las obras e intimidades de Xandóval.

Su “Canciones de Maya” (1941) fue comentado profusamente por la intelectualidad de América. Gabriela Mistral, Juana de Ibarburo, Álvaro Figueredo, Leopoldo Marechal, Carlos Alberto Fonseca: de Chile, Uruguay, Argentina y Perú, también comentaron elogiosamente la aparición de este libro.

Francisco Xandóval Bustamante falleció el 26 de noviembre de 1960 en la calle Colón número 925, Trujillo, donde residía.

domingo, 15 de abril de 2007

PARA CESAR VALLEJO, EN EL ANIVERSARIO DE SU MUERTE

Escribe: Blasco Bazán Vera, Miembro del Instituto de Estudios Vallejianos

Trujillo-Perú

Cuando Vallejo, la tarde del 23 de junio de 1923, pasajero de tercera, se ausentaba del Perú, ni él, ni nosotros imaginábamos que lo veríamos más.

El pantalón gris y el saco azul que vestía, eran sacudidos por el viento marino, arrugándolos como arrugado y taciturno iba su cuerpo magro, pero desafiante y paladino.

En el Perú quedaban los bellos y también, tristes recuerdos. Trabajó, para sustentarse, bajo la férula del amo de la hacienda Roma. Las aulas de su Centro Viejo, del San Juan y las de la bolivariana Universidad de Trujillo, lloraron aquel día; lo mismo hicieron las paredes de su pensión de la calle Los Huérfanos de Lima donde se desnutría a causa de la mísera alimentación que le daban.

No supieron de su viaje ni Abraham Valdelomar ni Alberto Ureta; menos Alberto Hidalgo y Alberto Guillén ni tampoco el chiclayano Juan José Lora y muchos amigos más. Vallejo partió en silencio sin más compañeros que su soledad y su suerte.

Esa ausencia sería compartida por los diarios y revistas limeñas: “El Comercio”, “La Prensa”, “La Crónica”, “Mundial” y “Variedades” de Clemente Palma a quien Vallejo, su desliz, lo convirtió en triunfo al hacerlo luego, efusivo amigo.

Partió Vallejo llevándose en su retina la imagen de José Santos Chocano y zumbando en sus oídos la contundentes sentencias de Manuel González Prada sin olvidar las señeras palabras de Antenor Orrego quien lo acogió en el “Grupo Norte” y le insufló el hálito de la victoria.

Se fue Vallejo con el corazón hechos pedazos recordando aquella noche en que llegó a Santiago de Chuco. Tocó la puerta de casa, y nadie respondió a su llamado. Su madre había muerto. La familia, dispersa; y, en esa tristeza, escribir que siente “ganas lindas de almorzar, de saborear y beber las aguas de tierra natal”.

Atrás quedaba el bochinche que hasta ahora no termina y que lo enclaustró largos días en la cárcel de Trujillo. Así, como quien nadie es profeta en su tierra, apaleado en los huesos y envilecido su espíritu, el barco “Orita” partió del Callao balanceando sus maderos llevando en él la figura universal de nuestro César Abrahám Vallejo Mendoza quien trataba de enriquecer su voluntad con las palabras de Nietzsche: “Lo que no me mata, me hace fuerte”.

Después de 21 días llegó a Francia quedándose deslumbrado por las cosas bellas que veía; repitiendo afanoso el poema “Las Flores del mal” de Charles Baudelaire. Lo decía en castellano porque de francés no sabía nada. Así, entre eufórico y pasmado se alojó en el Hotel des Ecoles, en el Cartier Latin.

Desde que llegó a Francia, en julio de 1923, supo adaptarse a las circunstancias y como un signado hombre, doblegó con sus versos la ternura de una mujer como la que encontró una media noche y le recitó al oído: “Mer crees amis: quand je mourrai, plantez un soul au cimetier (Queridos amigos: Cuando muera, plantad un ciprés sobre mi tumba). En París acrecentó su amistad con Macedonio de la Torre, Alfonso de Silva, Pablo Abril de Vivero, Mariano H.Cornejo y los hermanos Gonzalo, Ernesto y Carlos More.

Vallejo, como dice Armando Bazán, “tenía la timidez del indio en ciertos casos exhibía también la audacia, el ímpetu del español cuando entreveía la posibilidad de de un éxito, principalmente al tratarse de contrario sexo”, usó este atributo cuando en 1925 conoció a una muchachita llamada Hirondelle (Golondrina, en castellano), de quien queda prendado y convertirse en el hombre más feliz de la tierra., escribiendo luego: “Hallazgo de mi vida: Señores, hoy es la primera vez que me doy cuenta de la presencia de la vida. ¡Señores! Ruego a ustedes dejarme libre un momento para saborear esta emoción formidable, espontánea y reciente de la vida que hoy, por primera vez, me extasía y me hace dichoso hasta las lágrimas…”.

Hirondelle, la niña virginal y joven, la de los rubios cabellos. Acompaña a nuestro vate por las mejores plazas, sabrosas heladerías y casas de amigos. Hirondelle es la hembra que Vallejo buscaba y que temía pederla por la diferencia de años. La dulce voz de la niña rubia era un timbre de dulce alarma para las fibras del santiaguino que presto lamía la manita escurridiza de la francesita y lo volvía a la realidad al verla a su lado.

Armando Bazán, sobre un paseo que tuvo Vallejo con Hirondelle ,nos dice: “…Hirondelle tiene sobre su falda color lacre el saco de franela azul oscuro y el sombrero “sarita”, que sigue siendo la debilidad del poeta. A Hirondelle le gusta ver ese rostro, que es la antítesis del suyo, con la cabellera lacia al viento. “Muy bien ¡muy bien señor, rema usted como un deportista…¿Cómo aseguraba que no sabía remar?”. Mientras la transpiración le aflora a la frente, Vallejo no hace más que sonreir ampliamente, separando los carnosos labios y luciendo la refrescante blancura de su dientes fuertes”.

Esta bella niña, contra el pedido de sus padres entregó su amor a Vallejo. Se impuso sobre amargas palabras que quisieron apartarle de aquel. Ni el cambio de domicilio ni menos el confinamiento pudieron apartar de su corazón la presencia categórica del Vallejo de toda su vida. Las cartas juveniles que le escribió fueron el tierno riego hacia aquellas almas nacidas para amarse. Ella, le brindo su categoría social; él, le correspondió con su finísima personalidad y la rodeo de amigos como Juan Larrea, Pablo y Xavier Abril, los hermanos More, Julio Gálvez Orrego, Raúl de Vernuil, René Mossisson de sentida calidad humana.

Hirondelle, deja de llamarse tal para llamarse, a los 18 años de edad en que se casa con Vallejo: La señora Georgette de Vallejo. Sus bellos ojos verdes podían por fin contemplar indefinidamente el rostro cetrino y acerado del hombre que amaba. Viven en pleno centro de París para luego viajar a Moscú donde contemplan la muralla del Kremlin y la catedral de San Basilio. Regresan y vuelven para luego ya no ser aceptado, Vallejo, en Francia, por la vida revolucionaria que llevaba. Vive clandestinamente en París hasta que el gobierno le devolvió la residencia.

Cincela nuevas obras como “Los hermanos Colocho”, escribe “La piedra cansada” y pulimenta “Poemas Humanos” y “España aparta de mi este cáliz”. El 13 de marzo de 1938 dice que se va a “acostarse un momento a descansar”. Al día siguiente permanece en el lecho. Lo visitan los médicos y afirman que le pasará nada, porque “nunca se ha visto morir a un hombre que sólo está cansado”. La fiebre llega a 40º.Ya en la clínica “Villa Arago” donde lo han llevado, hay desconcierto. Así llega 11 de abril en que entra en coma para que el 15 de abril, Jueves Santo, como su poema lo había anunciado, expiró; sin poder escuchar aquello de: “No nos dejes, valor, vuelve a la vida” que le decían sollozantes su dulce Hirondelle o Georgette de Vallejo, Juan Larrea, Gonzalo More, Toto Mould Távara y el escultor chileno Cuto Oyarzum con su esposa.

El Instituto de estudios Vallejianos que preside el escritor, Dr. Adolfo Alva Lescano, ha recordado a Vallejo, en la más altruista dimensión que nuestro vate se merece. Paz en su tumba.

ALGO MAS SOBRE VALLEJO

Escribe: Blasco Bazán Vera




En la búsqueda de datos sobre la Literatura de nuestra Región, La Libertad, voy acumulando algunos que acrecientan la riqueza cultural que deseamos seguir dando a conocer. El presente, es algo más sobre César Vallejo, de quien se seguirá hablando siempre, algunos, repetirán lo ya dicho, otros, recrearán lo ya escrito y otros difundirán temas poco difundidos que al presentarlos tomarán la forma de algo casi inédito como el que paso a tratar.


Se trata de Alejandra Pizarro y su mensaje sobre Vallejo que ella misma escribiera el año de 1922. La citada mujer fue una acuciosa y distinguida dama de aquellos años. Limeña, fina periodista, que realizó una entrevista a Vallejo a propósito de la salida de su segundo libro.


Observamos que la periodista en su travesía común de trabajo no hace sino culminar una búsqueda incesante que hizo sobre Vallejo que al conocerlo y tenerlo frente, dice de él: “Tenía un rostro noble, la boca firma, la nariz grande, los ojos profundos y vulnerables. Su ropa modesta pero limpia, su piel mestiza, su silencio, le daban un aspecto de caballero provinciano… había algo de animal herido en su expresión. Parecía sentir los dolores y las alegrías de su vida con más intensidad que el resto de los mortales”.


En 1922, Vallejo trabajaba como profesor del Colegio Nuestra Señora de Guadalupe, de Lima; y su primer libro “Los Heraldos Negros” también fue saludado con unas líneas que la Pizarro le dedicó en una revista limeña, despertado por el interés que tuvo por entrevistar a Vallejo cosa que lo consiguió y, abundando en recuerdos, describe al poeta como “Un hombre débil, sensible y sin embargo dotado de una irresistible furia creadora, el saco oscuro que llevaba el vate, la corbata, el pañuelo en el bolsillo, la sencilla y conmovedora distinción natural fueron para mi recuerdos inolvidables” y, no contenta de su feliz hallazgo, relata que ya antes le había seguido por varias cuadras para luego perderlo de vista sin borrar de su recuerdo la vez primera que lo vio caminando en dirección contraria por la antigua calle limeña “Las divorciadas”. A la Pizarro le animaba nada más que, como ella lo indica, compartir la vida de Vallejo, así como ésta le había hecho compartir su poesía.


El día de la entrevista, Vallejo, la recibió en la salita de su casa y su sonrisa demostraba lo poco animado que estaba para responder preguntas; pero, en ningún momento abandonó su lúcida atención. Terminada la tarea y guardada la libreta de apuntes, la Pizarro se levantó para disponerse a partir y miró de frente al poeta y le dijo: “quisiera agradecerle, señor; -¿Agradecerme?, preguntó Vallejo; -Es una cosa mía, respondió Alejandra. Siempre leo sus poemas. Me ayudan a apreciar muchas cosas. Quisiera agradecerle por haberlos escrito, y se despidió”.


Así nació una amistad más para Alejandra Pizarro quien volvió a encontrar meses después al poeta cuando éste salía de una librería de la calle Azángaro de Lima. Ambos se juntaron y caminaron rumbo al Colegio Guadalupe donde lo trató con más intimidad conversaron sobre muchos temas y disfrutaron en una confitería que quedaba muy cerca del colegio.


Así, labrada la amistad entre el poeta y la periodista Alejandra Pizarro, ésta fue conociendo algunas cosas más de la vida de Vallejo, de su familia del norte, de los pocos amigos que tenía en Lima, de su entrega a la poesía y no contenta con ello; al saber que el poeta se embarcaba hacia Europa a pesar del crudo invierno de 1923, fue hacia el Callao para contemplar la silueta del santiaguino, escoltada por la de otros dos hombres que habían ido para despedirlo. Sigilosa se acercó hacia él y casi sin conversar estampó un cálido pero trémulo beso en la mejilla de Vallejo.


Pasaron los años. El Perú fue sacudido por múltiples hechos políticos y sociales. Alejandra, supo sólo noticias breves y patéticas de Vallejo como que su pobreza y su hambre eran iguales a las de muchos compatriotas exiliados en aquellos años.


Muerto el vate en 1938, muchos años después, fueron llegando al Perú el resto de poemas. Venían de todo calibre: Apasionados, de amor, de dolor, de esperanzas, de calidad humanas. España y América reconocieron el talento de Vallejo. Aparecieron innumerables ediciones de sus obras, libros de crítica, biografías, homenajes y recitales. Fotografías a cual más, traducción de poemas en diversos idiomas y Vallejo, que había tenido una manera de ser tan callada, se convirtió en el peruano más sonoro y universal de la Literatura.


Alejandra Pizarro, personaje de este escrito, se sabe que años después, viajó a París y se dirigió al cementerio de Montparnasse, otra vez, en busca de Vallejo. Cuando lo encontró, viniéronle los recuerdos, y ya, frente al sepulcro del poeta, pensó que talvez le hubiera gustado saber que sus poemas se habían convertido en patrimonio del Perú y de la cultura general… -“Me hubiera gustado conocerte más”, murmuró sobre la tumba del vate a la vez que dulce y tiernamente soltaba uno a uno los pétalos de una flor sobre la piedra con su nombre a la vez le agradecía, una vez más, los maravillosos versos que escribió para nuestra patria. Suavemente se inclinó para besar las frías piedras que cubrían los huesos del César Abraham y raudamente volvió a la ciudad.


Alejandra Pizarro, ya ha muerto, pero allá, en el cielo, seguirá saboreando el placer de haber sido amiga del poeta César Abraham Vallejo Mendoza, de haberlo leído, sentido y tratado intensamente, es decir, bello privilegio para una bella dama que seguirá admirando, más allá de la muerte, la calidad humana de nuestro vate universal.

viernes, 13 de abril de 2007

ALEJANDRO ROMUALDO VALLE

Escribe:Blasco Bazán Vera

Alejandro Romualdo Valle, es otro liberteño que alcanza dimensión americana. Nació en Trujillo el año 1926. Su libro titulado “Poesía” reúne en un todo sus libros: “La Torre de los Alucinados”, “Cámara Lenta”, “El cuerpo que tú iluminas”, “Mar de fondo”, “España Elemental” y “Poesía concreta”, libros escritos del 1945 al 1954. El año 1949 obtuvo el Premio Nacional de Poesía José Santos Chocano con su poemario “La Torre de los Alucinados”

En 1958 publicó su obra bajo el nombre de “Edición Extraordinaria” que es un libro ágil, muy interesante, del que se dice “Es un libro original, vivo, escrito con pasión, con rabia y ternura, a veces con desesperación, pero siempre con esperanza, con energía, con seguridad en la victoria de la luz. Cada poema como la vida, supera toda teoría, porque en esta obra, la creación, el odio y el mayor, son una misma estación donde madura el más preciso sueño de la humanidad: La Paz. Romualdo ha escrito así un libro que, sin lugar a dudas, es uno de los más intensos y significativos momentos de la poesía peruana, y que lo destaca como una voz singular entre los nuevos poetas jóvenes de América”.

Debemos agregar, que, aunque un tanto floridos los elogios que sobre la obra “Edición Extraordinaria” se hace, afirmamos que la poesía de Romualdo es una de las poesías más veraces y contundentes por la fuerza con que son concebidas. Canta a la naturaleza, al amor, a la rebeldía, al sacrificio y en la mayoría de sus poemas se nota lo indómito de su creación. Nuestra Región La Libertad debe estar orgullosa de tener hijos de la calidad de Romualdo Valle quien sigue escribiendo con el mismo ímpetu y calidad de sus primeras creaciones. Su poema “Canto Coral a Túpac Amaru” con el que exaltamos el valor de nuestra sangre incaria, es suficiente para dar luz sobre este escritor liberteño. Sus versos comienzan con la marcialidad y tino que la situación inspira, conservan su esplendor y culminan con el mismo hálito con que fueron creados.

De “La torre de los alucinados” extraemos el poema siguiente: HOMENAJE AL REY
Este es Clodín ,amarillo y fúnebre muñeco/Tirado en un rincón sonríe para siempre.El hilo del amor y la burla lo sostienen/Y apenas un broquel de telarañas/Lo humilla y lo defiende.//Sólo su esqueleto de aserrín es eterno/Como el triste redentor de los pájaros,/El tontocristo de las sementeras.//Es Clodín:/El trompo y la cereza,/El enano rapante,/El que madruga para sufrir.//Helo ahí: Enamorado, inofensivo y desolado/Como una mano de mendigo.

Leer este poema es colocar a Romualdo en el viaje a su niñez que ahora la contempla con los ojos del adulto; es por eso que su vida literaria también comprendió el campo del periodismo, de la pintura y por supuesto de la poesía. Usó el seudónimo de “XANO”, principalmente, cuando hace uso de sus caricaturas políticas. Se educó en Trujillo, luego pasó a la Universidad de San Marcos (1946) para que en 1956 ingrese a estudiar en la Universidad de Madrid (España)

A sus obras son: La torre de de los alucinados, Poesía 1945-1954, El cuerpo que tú iluminas, España Elemental, Desde abajo, Como Dios manda, El movimiento y el Sueño, Cuarto mundo, En la extensión de la palabra, Poemas, Poesía íntegra, Mapa del paraíso, Ni Pan ni circo, que es última publicación. Actualmente radica en España dedicado a cultivar lo que más le gusta: Escribir, pintar y noticiar.

miércoles, 11 de abril de 2007

MAXIMO LAM GANOZA

Escribe:Blasco Bazán Vera

Máximo Vinicio Lam Ganoza, Dice Ribordeau: “Una vida no requiere de muchos acontecimientos para estar bien llana; el deber cotidiano por más sencillo que sea es suficiente para ocuparla y embellecerla”. Estas palabras del escritor francés corresponderían con justicia a la obra tremendamente lírica que cultivó el escritor Máximo Vinicio Lam Ganoza, nacido en la ciudad de San Pedro de Lloc el 23 de agosto de 1921.

Fueron sus padres don Enrique Lam Guin, natural de Antón, China y doña Julia Ganoza de Lam. Hasta los siete años recibió el cariño familiar para luego ser llevado a la China, al pueblo donde su padre nació, para ser educado en los mejore colegios de aquella ciudad. Máximo, permaneció en la China por más de 20 años y a su regreso (1960), vino influenciado por el ambiente asiático, sobre todo en el cultivo de los sentimientos familiares que los acrecentó desde el día que dejó su pueblo natal. Narraba Máximo que jamás dejó de extrañar los lugares de su San Pedro de Lloc y sus alrededores ni menos el calor de sus padres y hermanos. “Había algo de parecido entre la China y su pueblo; eso eran sus costumbres, sus labores, su quietud, decía Máximo. Grato para mí era ver la gran cantidad de cultivadores de arroz; el levantarse muy de temprano para calentarse con una taza de té y el volver a casa sumergirse en la lectura donde sólo el silencio me acompañaba; pero, lo que más me encariñó fue el tener que ir todos los días a clase donde recibía la enseñanza de mi profesora de Literatura quien hacía de este curso un embeleso. Todo eso le narraba a mis padres en las cartas que les remitía. Les hablaba de la belleza de Antón. Pedía a mi madre que cuide a mis hermanos con el mismo cariño que hacían conmigo, le describía los maravillosos paisajes de la China y les hacía conocer que era yo el único estudiante extranjero por lo que mi profesora y mis amigos me guardaban mucho aprecio”, nos decía Lam Ganoza.

Máximo fue creciendo allá en la China, a la vez que las cartas de su padre, don Enrique, hacia sus familiares, le instaban a cuidar mucho de él. La calidad pedagógica de su maestra de Literatura la poetisa China Lam Cho Jo, fue la sombra protectora que enardeció el apego de Máximo por las letras, ella también estaría presente en nuestro vate por toda su existencia, como lo demuestra el afecto con que le dedica sus recuerdos en el único e impactante libro que escribió Máximo allá por el año de 1968.

Máximo Lam Ganoza regresó a su tierra natal y sus ojos no lograron ver ni los mangos, huabos, ni pomarosas; ni los almendros, granados ni tamarindos; se habían ausentado los chirimoyos donde trepanaban las rosas. Todo eso había desaparecido aunándose a esto la muerte de su padre que dejaría en Máximo un dolor tan profundo que lo iría consumiendo poco a poco. Máximo aprovecharía las enseñanzas de su maestra China recordando los dulces mensajes de Confucio para ir escribiendo sentidos poemas cargados de angustia elegiaca. Casualmente estos poemas lo alzaron como un triunfador en el concurso poético organizado por el Departamento de Literatura del Instituto Latino Americano de San Miguel de Tucumán (República Argentina), con la finalidad de integrar el grupo de nuevos poetas y poetisas que luego aparecieron en las páginas del libro “Anuario Lírico Americano” con la selección de sus mejores poesías. Máximo Lam Ganoza triunfó en este concurso en el que intervinieron alrededor de diez mil seiscientos autores del continente Americano, de habla hispana. Este mérito no envaneció al poeta quien por largo tiempo silenció lo acontecido hasta que en 1967 se le descubrió y se le lanzó a luz aconteciendo un hecho literario sin par en su pueblo. Ahora rescatamos su valía y la presentamos ante el público para que lo aprecien y solacen la calidad lírica que encierra.

Publicó en 1968 sus poemas en un libro bajo el título de “CENTAURO” que Máximo lo dividió en cuatro secciones: 1) Llovizna, 2) Remembranzas, 3) Sendas Ilusorias y 4) Plegarias Líricas.
LLOVIZNA, está formado por 12 poemas donde nuestro escritor hace recuerdos de casa, del campo, de su ciudad, de su Alameda Norte Sampedrana, de su vieja vid que al poetizarla bajo el título de “La Vid de mi Recuerdo” la dedica a su madre.

REMEMBRANZAS, está formado de 3 poemas donde el poeta vuelve sus ojos al pasado y añora a los amigos, los tiempos idos, la Bocana veraniega de Chérrepe, las áridas pampas de Hawey de San José y su viejo reloj.

SENDAS ILUSORIAS, la tercera parte son poemas con sabor a la de la segunda parte con la diferencia que aquí aparece el amor a una mujer doña Rosa Hurtado Pinillos que Máximo no pudo llevarla al altar pero que le canta su pasión en sentidos versos colmados de pureza.

PLEGARIAS LIRICAS, es la cuarta y última parte de “CENTAURO” donde Máximo Lam Ganoza se descubre totalmente y nos muestra su dolor. Ese dolor causado por la muerte de su padre y la terrible soledad que sumergió a él y a toda su familia.

Máximo Lam Ganoza fue un aficionado empedernido de la caza, la pesca y el cultivo de las flores. Lo simple fue la norma de su vida. Fue un emporio de grandeza espiritual. Conversar con él era deleitarse. Su ronca y timbrada voz pronunciaban palabras cargadas de dulzura. Común fue verlo pasear por las aceras sampedranas cuando el reloj marcaba altas horas de la noche. El silencio, las mortecinas luces, sus pocos y escogidos amigos, fueron y fuimos testigos de sus cuitas y añoranzas. En Lam Ganoza encontramos el filial sentimiento virginalmente expresado pues logró darle a sus poemas un ritmo sublime y sentencioso. No hay acentos ni sustantivos endebles. Hay verbo, Metafísica, creación absoluta. En cada verso recupera para él la imagen de su padre. Cada poema es una súplica, una plegaria, un sollozo. Con lenguaje insospechado y vigoroso adorna sus versos y los arreboza con sabor a salmo haciéndonos sucumbir y admirar por el cántico que contienen. Máximo lam Ganoza murió el día 27 de octubre de 1968 a escasos días de haber dado a luz la publicación de su hermoso libro titulado “CENTAURO”.

sábado, 7 de abril de 2007

ROSA BERENICE CONTRERAS CALDERON

Escribe: Blasco Bazán Vera

La escritora Rosa Contreras Calderón (Cajabamba,1947), radicada en Trujillo, acorde con su inquietud de cultivar la plástica y la Poesía, acaba de incursionar en el campo de la Novela con su obra “MADRUGADAS ENTRE BRUJOS Y CURANDEROS”, (sus dos libros anteriores son los poemarios “Amo, Vivo” y “Ensayando Poesía”), y yo, amenizando el presente artículo comenzaré diciendo como decía un brujo sampedrano: ¡Trabaja, hierba, trabaja!, señalando a la vez que nuestra Región La Libertad tiene a su favor más de 300 escritores de los cuales 25 son mujeres; 5 cultivan la prosa y de esas 5, dos han ingresado al cultivo del género novelístico. Una es Ana María Ganoza Vega y otra, la flamante Rosa Contreras Calderón.

En este libro, la autora tiene el cuidado de llevarnos de la mano para que logremos identificar con propiedad lo que quiere que entendamos. Es cauta y precisa cuando nos habla por un lado de brujos y por el otro de curanderos como queriéndonos decir: Noten la diferencia y…bien que la hemos notado ya que se nos hace fácil descifrar porque la autora si bien en su redacción ingresa atentamente al campo de la fantasía, de la ficción, de lo irrealizable; nos lleva cual Dante en el infierno por el camino de la realidad donde ella es la principal protagonista al narrarnos, descarnadamente, sus padecimientos… y esta novela es importante porque, así como el estudio de la Música sólo puede realizarse oyendo obras musicales, este libro de Literatura será apreciado porque está escrito con genuina habilidad.

¡Qué difícil para el ser cuando no encuentra sanación a sus males. Qué desesperación para el hombre verse morir, sin saber el por qué. Qué asombro ver de la noche a la mañana al fornido muchacho discurrir, enclenque o loco o raquítico por las calles sin portar el donaire de antaño sin comprender por qué se encuentra así!

Que tormento para el hombre, que decepcionado de tanta oración, su mente lo lleva refugiarse en el suicidio.

Surgen tantos interrogantes y con ello tantos misterios que el hombre en su desesperada búsqueda se lanza a la aventura importándole poco si aquello es temeridad con tal de encontrar remedio para sus males.

Si personalmente no encuentra alivio al mal que lo aqueja, si en el médico, con la preparación científica que ostenta, tampoco; si los sacerdotes con sus oraciones sólo abrigan esperanzas entonces, el hombre se pregunta ¿Dónde ir?

La respuesta está en esta novela donde su autora nos coloca nuevamente entre la espada y la pared, como decir: O con Dios o con el Diablo.

Por eso es interesante esta obra porque nos incita a reflexionar y desde ya nos reta ha alimentar nuestros conocimientos porque en ella sin sentirlo, nos plantea problemas que merecen respuesta sobre lo que es ser Brujo y ser Curandero por un lado y ahora de Dios y del Diablo, por otro, es decir: La eterna lucha del Bien y del Mal. Pequeño dilema.

Entonces, tenemos que hacernos la ineludible pregunta: ¿Qué ha llevado a Rosa Berenice Contreras Calderón escribir esta novela?, eso, es fácil de responder: Su alma de Artista. Así de simple. Se refugia en la Madrugada que es la madre del día para tratar encontrar en élla el bálsamo a sus males. Mientras las avecillas cantan, el murmullo de las aguas de la acequia campesina despierta al pez. Rosa Berenice en compañía del Chamán se somete, obedientemente, a las artes de éste, buscando desesperadamente un poco más de vida que siente se le va sin saber cómo ni por qué.
Su inteligencia le hace diferenciar entre éste y aquél. Entre el que es ser un brujo y el que es un Curandero. Y la madrugada, creación de Dios, la acompaña como fiel guardiana para no dejarla caer en los abismos. Comprende que el brujo es la persona que hace uso y abuso de perversos poderes lucrando de la ignorancia de la gente a quien es capaz de colocarle un dolor, una enfermedad, una agonía y hasta causarle la muerte.

Por otro lado, el Curandero, en este caso, don Fausto Silva Zurita, un piurano nacido en Huancabamba es la persona que logrando conocer el poder sublime de las plantas, animales, la fuerza del sol, de la luna, de la tierra, de su propio cuerpo y todo aquello, lo reúne en un manojo de bondades y las deposita sobre nuestra literata devolviéndole la paz y la tranquilidad perturbadas. Y es más, en esta novela vamos ha comprender que el Curandero no sólo debe estar preparado para curar sino, dominar las fuerzas negativas para cuidarse y defenderse. De modo que maneja ambas fuerzas, que es la característica principal que define a quien siempre será Curandero antes que Brujo.

De allí se desprende la respuesta a la segunda interrogante que faltaba responder cual era: O con Dios o con el Diablo, respuesta, fácil de intuir.

La escritora y pintora Rosa Berenice Contreras Calderón nos sorprende con una novela donde la ficción no tiene lugar porque encierra todas las características para ser llamada tal.
“Madrugadas Entre Brujos y Curanderos”, es un relato fascinante que constituye dentro de la creación literaria una fuente inagotable de lectura por la originalidad con que se ha plasmado.

El tema en que basa, Rosa Bereneci su narrativa, es auténtico. Nos lleva armoniosamente hacia un mundo no desconocido pero sí demasiado difícil de entender por lo que de él se relata y cuya conclusión es la siempre presencia divina la llamada a subsanar debilidades del alma.

¿La brujería es algo sobrenatural? ¿Puede existir una incompatibilidad entre la razón y la fe? ¿Cuál es el papel del hombre frente a la creación divina? ¿Un hombre puede curar a otro hombre? La ciencia sí lo ha demostrado ¿Y la brujería?. También. Porque el relato que se hace en esta novela y los hechos que han sucedido, demuestran que siempre el bien se impone al mal.

El lector quedará estupefacto de lo que en este libro leerá. Nuestra escritora con inteligente arte nos sumerge en el mundo de los encantos, conjuros y sortilegios. Además, nos muestra desgarradoramente cuánto sufre el hombre víctima de otro hombre cuando las fuerzas del bien que Dios le dio se encuentran arrasadas por la maldad capaz de perturbarlo irremediablemente.

Esta novela está llamada a tener un sitio preferencial dentro de la literatura Regional y Nacional porque tiene una personalidad definida. Hay en ella el uso de un lenguaje familiar, predomina la vivencia personal. Los hechos son expuestos directamente por la misma escritora que con amplia libertad relata episodios de su propia realidad.

Esta novela en verdad interesante por la irresistible amenidad que brinda leerla; y, por supuesto, es el hombre con todos sus problemas y bondades el que armoniosamente juega su fantasía con su realidad para brindarnos su creación novelesca; y aquí, en “Madrugadas Entre Brujos y Curanderos”, no hay fingimientos porque la misma autora Rosa Contreras Calderón es la principal protagonista exponiendo hechos vividos en carne propia que nos los brinda con sutil destreza descubriéndose totalmente para señalarla como una auténtica narradora que. describe sucesos con exquisita habilidad que da gusto leerlos todos por todo lo que contiene, de un solo tirón.

jueves, 5 de abril de 2007

JULIA R. PACHECO REBAZA "La Primera Poetisa de La Región La Libertad"

Escribe: Blasco Bazán Vera
(La foto es de 1890)


Descubrir los valores literarios de nuestra Región La Libertad, es el premio al esfuerzo que concluye con una honda satisfacción. Ahora que he descubierto a la Primera Poetisa Liberteña, la hago a conocer complementando lo divulgado en mi último libro titulado: “Génesis de la Literatura Liberteña”. donde no pude colocar la foto que hoy me ha proporcionado generosamente su cercano familiar doña Carmela Rebaza de Santander.

Julia Pacheco Rebaza, nació en Trujillo el año de 1866. Fueron sus padres don Santiago Pacheco y Rosario Rebaza Demóstenes de Pacheco. Se casó el 13 de diciembre de 1888 con Isaac Rebaza Bringas.

Julia R. Pacheco Rebaza, comenzó a publicar sus primeras poesías en el quincenario literario “La Primavera” fundado en Trujillo el 01 de Enero de 1887 por Raúl Edmundo Haya de Cárdenas y Celso Santelices Márquez, y las remitió desde el poblado “El Edén”, sito en Huamachuco, a donde fue a radicar por motivos de salud.

El 15 de febrero de 1888, “La Primavera” dice lo siguiente: “La Sra. Julia R. P. de Acosta, consagrada al estudio desde sus tiernos años, se ha hecho notar por sus rápidos progresos, conquistando el más efusivo aplauso, de cuantos se han honrado de ser sus maestros. No ha podido resistir al provechoso impulso que va tomando la Literatura en nuestro país y poniendo en juego sus relevantes dotes, perfeccionadas con las saludables ideas, adquiridas en el seno de su familia, cuya ilustración y talento son de todos conocidos, cediendo a nuestras incansables exigencias, nos ha favorecido con su frecuente colaboración, hace dos años, brillando en todas sus producciones los destellos de su exquisita ternura. Tiene pues la Señora de Acosta, muchos motivos de consideración de parte de “La Primavera”. Que los puros goces del matrimonio, que hacen tres meses forman su más preciada dicha, no debiliten su entusiasta vocación a las letras, son los vehementes deseos que abrigamos”.

Su partida hacia la sierra fue muy dolorosa. Ella misma escribe: “Yo, extenuada por el insomnio, que por la enfermedad que me aqueja, y más aún por la inmensa amargura que atormentaba mi espíritu, inclinaba con desaliento mi fatigada cabeza, en los almohadones esperando el instante fatal en que abandonando el lecho, debía de dar a mi madre y a mis hermanas el último abrazo!.

Separarse de sus seres queridos fue muy terrible para una joven de apenas 21 años de edad. Iba, por primera vez, acompañada de su padre el Dr. Santiago Pacheco, a un mundo desconocido. Dejó su Trujillo querido para refundirse en la soledad de la sierra que no conocía.

Sus pesares encontraron refugio en las manos de Dios. Lloró y lamentó sus penas con la misma entereza que enfrentó la vida. Su viaje que duró 6 días hacia Huamachuco le hizo pensar en las complacencias que jamás habría de gozar y en sus ilusiones perdidas, según ella, para siempre.

Aquel viaje obligado, le hicieron percatarse lo bello que era la luz de la luna, las luciérnagas, las flores, los cerros misteriosos, los parientes y los amigos. Las nuevas miradas, las manifestaciones de aprecio, el generoso abrazo, el nuevo cuidado otorgado por su tía Carolina Vásquez de Rebaza, segunda esposa del historiador Nicolás Rebaza Cueto, que la atendió como si fuera su hija. Todo ello se le gravó en la mente como incentivo para sobreponerse a su tristeza y matar sus penas escribiendo poesías dignas de asombro.

Julia Pacheco, fue una persona que supo cultivar el valor de la gratitud. Después de largos meses de estadía obligada en Huamachuco, regresó a Trujillo repuesta su salud y, para confortar más ésta, se traslado a radicar al balneario de Huanchaco desde donde siguió escribiendo sentidas poesías.

Julia R. Pacheco Rebaza de Acosta, comenzó a colaborar con sus poemas en la edición Nº 11 de “La Primavera” del 15 de febrero de 1888. En este ejemplar Nº 11, se dio a conocer, por primera vez, que tras el nombre de “La Primavera”, hay un grupo de jóvenes brillantes y entusiastas llenos de amor a lo bello que se engrandece mucho más con “dos adalides que por su sexo y tierno corazón reúnen en sí solas más poder que el que todos juntos podemos presentar en el campo de las letras. Se refería a Julia R. Pacheco Rebaza y María Tránsito Muga Reyna; y el comentarista se regocija al escribir: ¡“La Primavera” tendrá verdadera poesía!. Julia Pacheco y su inspiración, han permanecido escondidas116 años.

Lo publicados por esta poetisa durante los años 1888 y 1889 dejan un sabor a delicadeza y ternura.

Los pueblos que ella visitó durante los difíciles meses en que fue a curarse de una penosa enfermedad, nos hacen comprender que mitigó sus aspiraciones, dolencias y frustraciones teniendo en la poesía el refugió seguro de sanación. Cuánto afecto desparramó esta mujer que supo enfrentar su destino inexorable. Los pueblos de Cerpaquino, El Edén, El Ingenio de Chichir, lugares donde tenía sus residencias su abuelo don Nicolás Rebaza Cueto quien construyó dos casas: una, extensa y hermosa que gozaba de todas las comodidades y la otra, en los baños termales que la usaba para recreación y medicina.

Sus poemas radiografían acertadamente los pasos de Julia quien convirtió el desliz del destino en triunfo de la vida. Cada uno de ellos nos introduce en un mundo de pureza y de inocencia. La belleza en su redacción está presente y muy intensa porque cada verso es arrancado de lo más hondo de su vivencia personal. Esta característica los eleva a ser poemas inmortales porque nos embadurnan de nostalgia santa. Cuanta devoción. Cuanta ingenuidad, desparramó esta mujer que ahora la rescatamos para señalarla como la Primera Poetisa de nuestra Región La Libertad.

El amor a sus seres queridos, el dolor hombre que juró amarla y la olvidó. El afecto a los pueblos que la cobijaron, están como episodios pétreos que no han desparecido para ser fieles testigos de lo que ella conquistó y comprendió.

Supo amar y protestar contra el mal que le aquejaba y hasta simuló morir. Tuvo fe en el amado que se quedó en Trujillo a quien le recuerda el juramento que hicieron de amarse para toda la vida.

Narra con excelsa tristeza su partida de Trujillo hacia Huamachuco. Le aflora el sentido humano con dignidad; lográndose imponerse a los dolores del mundo.

Alguien le llamó la atención diciéndole que sus versos carecían de dulzura por la melancolía que mostraban; sin embargo, nuestra vate, replicó pulcramente con otro poema esgrimiendo sentimientos convincentes del por qué empleaba esa forma de escribir.

El despreció que le causó un amor no lo pasó inadvertido. Julia Pacheco, escribió e hizo notar lo esquivo e inconstante que le fue éste y, en lugar de condenar sus ofensas pidió el bien para aquel.8 meses estuvo en Humachuco y cuando lo dejó pidió al pueblo, cual si fuera un amigo: ¡Que no la olvide!

El amor al pueblo de Trujillo que la vio nacer estuvo presente como también la confianza de recuperar el amor del hombre que le fue huidizo.

Julia, dejó de publicar poemas desde agosto de 1888 para reaparecer en febrero de 1889, pero esta vez, firmando con su apellido de casada, es decir: Julia R. Pacheco Rebaza de Acosta. Sus poemas traen soledad y lamento, producto de la enfermedad y ausencia del amor que la embargaba. Cuando volvió a escribir lo hizo lanzando poemas donde el dolor y el aislamiento la capturan irremediablemente y la predisponen a la compasión; el pudor de la poetisa se impone pero sin lograr escapar del manto de orfandad y llanto que le producen la falta de amor de sus seres queridos y del que ahora la posee, que le arrebatan su cariño elevándola hacia a los límites insondables de los celos.

Su último poema, titulado “La Pastora”, nos hace estar frente a una mujer temerosa del porvenir pero recia en sus pasiones. La veta poética aflora macizamente al sentir que sus padecimientos se dilatan por la presencia del ser que añora a quien le invita a vivir sin deslumbramientos pero sí de señera modestia, ofreciéndole morar en una mansión honrada donde no falte la presencia de Dios. Esta es parte de la vida de la Primera Poetisa de nuestra Región La Libertad.

EL EXISTENCIALISMO FIGURATIVO EN LA POESIA INFIMA DE NIVARDO

Escrito por: Diómedes Morales Salazar
Cortesia: Blasco Bazán Vera
El existencialismo, como corriente filosófica, se dividió en caótico y positivo. Uno avala la frustración económica y política de la sociedad capitalista, cuyas consecuencias negativas en lo espiritual y cultural trajo consigo el surrealismo literario que sólo reniega de tanto mal. Y el otro, alimentado a veces por la dialéctica positivista, promueve la imaginación no sólo como acto de creación sino también de transformación social y cultural, donde lo espiritual, en su más genuina expresión de libertad, sirve a la práctica y a la transformación emocional.

Así, el surrealismo francés del siglo XIX, con Baudelaire y Rimbaud, entre otros, influyó notablemente en la poética peruana del siglo XX: Vallejo, César Moro, Juan Ojeda, etc. Además, los concursos literarios El Poeta Joven del Perú y Lundero premiaron sólo a este tipo de poesía: Jesús Cabel, Luis Eduardo García, Lizardo Cruzado y David Novoa, por citar sólo a algunos de las tres ultimas décadas que se diferencian lógicamente por su toque personal, pero tema actualizado por la frustración económica y política del Perú capitalista dependiente.

Este existencialismo caótico, de frustración y pérdida de valores que conlleva a la degradación moral y espiritual, para enfrentarlo, asumió la religión y el esoterismo, por un lado, y el agnosticismo seudo ateo, por otro lado. Así, tenemos a un Baudelaire cristiano-esotérico y a un Rimbaud ateo-teísta, o agnóstico liberal, críticos de la sociedad feu­dal-burguesa. Pero Vallejo y Juan Ojeda (en "Epístola Dialéctica"), ateniéndose a Marx respecto a que "Los filósofos (y también los poetas, agrego) no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo", rompiendo con el idealismo metafísico y sus variantes, llegaron a la dialéctica materialista para contribuir así a la transformación de la sociedad.

Más, los neo—surrealistas del Poeta Joven y Lundero, a pesar del esfu­erzo progresista en algunos poemas (Bettoven Medina, Luis Eduardo Gar­cía y Róger Lázaro Inca, entre otros), todavía son cristiano-esotéricos (como David Novoa), agnósticos (como Manuel Medina) y liberales (como Lizardo Cruzado), pequeñoburgueses que critican a la sociedad, pero no luchan para transformarla; aunque, cuando estudiantes, como Baudelaire y Rimbaud que en cierta ocasión participaron de la revolución francesa del XIX, se adhirieron, por esnobismo y comodidad profesional, a su "independencia" partidaria y al Apra y a la izquierda, ya decadentes, de las dos ultimas décadas del siglo XX.

Y si el surrealismo replanteó la doctrina cristiana del Bien y el Mal, demostrando que el infierno estaba constituido por el Estado feudal-burgués y sus instituciones corruptas e inmorales y el cielo pertene­cía al pueblo y la clase obrera que emergía con la revolución social que no se detuvo hasta la Comuna de París, tal cual hizo Juan Ojeda en la poesía peruana de la década del 60 con su "Arte de Navegar" y (aunque más liberal) Lizardo Cruzado con "Este es mi cuerpo" en Trujillo de los 90 del siglo XX; rápidamente, por su idealismo metafísico y su rebeldía anárquica, el surrealismo, en Francia y el Perú, se oficializó como corriente literaria inherente al modernismo, apropiado por la burguesía que estaba a puertas de asumir el Poder estatal. Por eso, el proletariado, como clase revolucionaria que ni en Francia ni en el Pe­rú ha llegado todavía al Poder, mira a los surrealistas como simples rebeldes anarquistas que superado su entusiasmo beligerante se vuelven intelectuales burgueses ajenos al ideal de la lucha de clases.

A este sector de "independientes" (Miguel Pajares, Duncan Sedano, Luis Cabrera Vigo, César Olivares, entre otros) pertenece Nivardo Cordova Salinas (Gayaltí,1969), autor de "Poesía Ínfima", donde la metáfora en prosa es predominante. Su filosofía es existencial, su arte poética es figurativa, su libertad espiritual es creación del devenir. "AQUÍ ESTOY hablándole a mi sombra. La sombra ahora es una pantalla en blanco, brilla como el sol. Es de madrugada, afuera la noche ha caído y la luna deja ver su arco luminoso como si necesitara de mi anhelo para no su­frir. Escucho voces lejanas, discordantes. No me importa más que esta canción que se repite una y otra vez".

Así, el existencialismo surrealista positivo, en su lado más conserva­dor, es agnóstico, dualista y básicamente formal, pues su preocupación estética de carácter externo le da la modernidad que requiere para su vigencia oficial; pero en su lado progresista, donde la imaginación es sinónimo de libertad de creación, compromiso futurista que sirve a la práctica y a la transformación emocional, también supeditada a la preocupación estética de carácter externo, la creación poética, ajena ya al histórico dilema del Bien y el Mal, de optar por Dios o por el Diablo, de estar a favor o en contra del desarrollo histórico de la lucha de clases, a partir de su temática meramente personal, estando o no imbuida de la dialéctica materialista, se vuelve figurativa, metafórica, y precisamente ahí es donde hay que ir a buscar su significación y su opción por conservar o destruir el status social vigente.

Y la "Poesía Ínfima" de Nivardo Córdova Salinas tiene estas características. En ella no encontrará el lector preocupación temática religiosa, interés individualista egocéntrico o espiritualismo divagante y puritano, dialéctica metafísica o dialéctica materialista que lo pinte de rojo o blanco, pues su color terrenal es más transparente y personal. Empero, debido a que la temática del texto poético es la soledad, el en­cierro vivido en su espacio temporal, el poeta, asumiendo las consecuencias que de ello se derivan, no se rasga las vestiduras por la tragedia en sí, sino replantea su existencia como necesidad de cambio, apremia el devenir a partir del silencio, de la luz y la oscuridad aflictivas, pues "mi silencio no existe, decir silencio es decir palabras, contar un secreto a mil voces, (...), el silencio está aquí sentado, tomó su taza de té, encendió la grabadora de la que salieron corriendo otros sonidos aleatorios, silencio y soledad, en desigual compañía.."

Este secreto a voces, donde "decir silencio es decir palabras", pues "HOY PRESIENTO QUE VINISTE porque te impulsa la marea y la neblina. Eres como esa ventana vacía de reflejos y siempre abierta a los golpes del viento. El aire te suplica un instante y me llegan claros los ecos de aquel canto. Tu recuerdo se afana en barrer el crepúsculo, luego se va. Conozco esa manera secreta de quedarme dormido esperando el otoño. Conozco esa canción…” Tal el motivo de la existencia; sentimiento afectivo que visita al poeta para distraer su soledad. Y "CONTRA LO QUE DICE EL VIENTO no hay escapatoria posible. Así como cuando pasan las penas y de su dolor salen aves o cuando dices que no despertarás de este sueño que inventas, decir no, sentir los remolinos del cielo regre­sar todas las noches a dormir a tu lado, acariciarte día tras día como un sepulcro florecido, siento decirle al viento "contra lo que flota en el aire no hay escapatoria", dulce música de otros tiempos, no soy ca­paz de morir aun. Estaré aquí hasta septiembre".

Y si "contra lo que flota en el aire no hay escapatoria", "EL RECUERDO SE ASEMEJA a la leve huella de alguien que ha venido, toca la puerta y se lava la cara en la azotea, en el sol de ayer y la luz del mediodía, sobre las horas que también preceden a la nueva hora, destiempo; se sabe que el recuerdo camina con nosotros, pero quién lo encuentra sino tú mismo, especialmente cuando coges un cuchillo y quieres partir el corazón en dos mitades, dividir lo ancho de lo profundo, juntar el día y la noche, pretendes escoger tus horas más puras y olvidaste enterrar el recuerdo que surge de los mares y las puertas, el néctar del parque, el agua salada de tu suerte, recuerdas que hoy es jueves, día de días que pasarán, pero sabes que no hay mal que dure cien años, al menos es lo que dicen, y sólo te limitas a escuchar y callar, aceptas que las cosas suceden así, sin que nos demos cuenta, el agua que brota de este cielo se parece a ti, porque simplemente discurre como el tiempo y el desierto. Una vez creí que me iba a morir de soledad. Parece que fue ayer cuando moría, y hoy me siento tan solo, respiro aún y tu voz me acompaña, como aquel recuerdo…”

¿Quiere usted mayor testimonio de la orfandad en que había caído el poeta? Bien, aquí va: "HOY COMPRENDO QUE SOY prisionero del tiempo y mi cárcel es el aire. El sol tiene las llaves del patio y almuerzo a ori­llas de la tempestad. Le robé algunas espinas al otoño y dejé al invi­erno sin abrigo. Soy culpable de omitir mis alegrías a la primavera, de negarle caricias al estío. En este inmenso retiro me visitan los días y las horas a quienes recibo siempre vestido para la ocasión. De ese modo, no extraño mi antigua vida y me dejo caer en pensamientos nuevos. Sé que algún día se abrirán las puertas de los vientos y de los mares. Podré caminar sin prisas. Habré entonces dejado de soñar". Era, pues, la cárcel del pecado, la prisión del culpable la que lacera su juven­tud, y su fe en la reivindicación la que aviva su ideal de libertad. Y tiene como compañeros al silencio, la soledad, el recuerdo, esa "dulce música de otros tiempos", a quienes recibe "siempre vestido para la ocasión".

Tal, pues, su avatar y su entorno existencial, donde "decir silencio es decir palabras" y porque "EL POEMA ME BUSCA encontrándome y lo abra­zo pero no lo reconozco ni me acordaba de su perfil. Sé que antaño be­saba sus pies y me recostaba a lo largo de su cama, viendo su caligra­fía, amando sus venas, sus motivos. Con su idea veía el transcurso de las estaciones. EL prefería el invierno porque nos abrigábamos en el fuego nocturno mientras el cielo nos veía atardecer. Lamento no estrecharlo como la primera vez. Huye del sintagma, absorbe su taza de flo­res y dice: "al fin te reconozco en esa careta que maquillas". Yo asi­ento con mi frente bien en alto y lo invito a dormir en cada palabra que hemos callado". Así, su arte poética, como venimos previendo en las poesías ya expuestas, está llena de figuras metafóricas que, para una prosa poética como la suya, donde la redacción debe ser un trabajo de alfarero y la descripción de hechos y motivos estéticos, haciendo uso de la imaginación y de la libertad de creación, debe sugerir antes que indicar, priorizar la metáfora para lograr el fin propuesto, tal cual su poesía.

Ahora bien, este existencialismo positivo y futurista, supeditado a la circunstancia, problematiza sí las contradicciones personales y socia­les, las vivencias diferenciales de frustración y esperanza, de bien y mal que atañen a la moral y al pensamiento, luchando para transformar­los pero sólo dentro del mismo sistema económico y social que crea y fomenta precisamente estas desavenencias materiales y espirituales, de ahí su acérrima "independencia" partidaria, pero en cada proceso elec­toral votan siempre por la democracia formal y representativa, declarándose enemigos acérrimos de toda "dictadura" ignorando precisamente que esta democracia formal y representativa de la sociedad capitalista de­pendiente en que vivimos, es también una dictadura económica y políti­ca establecida para la explotación del hombre por el hombre, de los corruptos gobernantes contra los pobres justicialistas. Así, donde no hay ni puede haber independencia partidaria, ellos son "imparciales"; pequeñoburgueses francotiradores cuya rebeldía anarco-espiritualista se expresa también en su poética, en sus metáforas formales y externas, surrealistas y modernas, pero nada más.

Tal la moda poética de hoy día. Mas en la poesía de Nivardo Córdova se percibe algo más. Un fluir de metáforas del pasado, presente y futuro. Así, este existencialismo, positivo y futurista por oposición al existencialismo sin ayer ni mañana, supera su relatividad, amplía su temporalidad, pero combate la eternidad, pues sabe que su espacio y tiempo relativos, abarcando el ayer, el hoy y el mañana, concuerda con la transformación material y espiritual, acepta el salto dialéctico de la cantidad a la calidad; y, contrario a la verdad absoluta, afirma su verdad relativa, pues "recuerdas que hoy es jueves, día de días que pasaran, pero sabes que no hay mal que dure cien años". Esta idea, transformada en fuerza espiritual para resistir su carcelería, le permite decir:"Sé que algún día se abrirán las puertas del viento y de los mares. Podré caminar sin prisas. Habré entonces dejado de soñar". Presidiario que tiene tan caro ideal no es un presidiario espiritual, pues su concien­cia e imaginación, genuina libertad de creación (Mariátegui dijo que la revolución en el Perú no sería calco ni copia, sino creación heroi­ca), rompe los grilletes de la opresión y encuentra el camino de la redención.

Pero esto es mucho pedir a la "Poesía Ínfima" de Nivardo. La libertad que aspira es meramente personal, de creación estética, donde la imaginación no tenga parámetros culturales, limitaciones psico-sociales, por la que vale la pena enfrentarse al mismo sistema capitalista dependiente en que vivimos, para reformarlo, democratizarlo, y nada más. "ÜN JARDIN DE ESTRELLAS se precipita en el dolor del día. Adentro, donde los ríos destilan una y otra vez porque lo anhelan, se esconde la esencia de lo impuro. Te busco para salir al fuego y recorrer esas brasas. Te digo que es tarde para volver a la antigua casa. Las señales están dispersas y agonizan cuando el silencio declina en su hora más lejana. El paisaje tiene círculos dispersos, la canción y los residuos de la no­che, todo en un espacio de sombras. De otras latitudes vienen a ver los enigmas frontales de aquel. Y callan...” Su concepción democrática es progresista, ajena a la anarco-espiritualista de los neo-surrealistas de su generación, cuya rebeldía anárquica es solamente estética y mar­ginal. Pero él choca con el sistema burocrático, inmoral, y participa del ideal pequeñoburgués de reformar las instituciones públicas y pri­vadas, pero no aspira a la transformación social, de índole estructu­ral.

Su cultura reformista es lo máximo que ha logrado su rebeldía innata de creador. Sabe sí que Dios no ha creado al hombre sino el hombre ha creado a Dios para que los gobernantes corruptos e inmorales impongan a sus gobernados la opresión espiritual. Y, apartándose de la moral cristiana que sostiene al pecado como castigo eterno, puesto que no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista, destruye la opresión espiritual y conquista su libertad de creador; pero, esta conquista personal, que sólo atañe a la separación de la iglesia y el Estado, a la moral burguesa de esclavitud social de la moral proletaria socialista de libertad de creación, hace de él, ciudadano de deberes y derechos de la sociedad capitalista dependiente en que vivimos, un poeta marginal de la cultura oficial, a tal punto que no participa de sus privilegios. Y "LA PIEDRA DONDE REPOSO mi cabeza recuesta sus vértebras en el cielo y se pone a soñar. "Yo no soy quién para dormir", me digo, y despierto en plena noche, cargado de pesares, y en mi retiro sistemático de los aires enciendo el dolor de no quedarme despierto, porque sigo dormido aun más allá de este viento, escuchando rodar el poema de las nubes. Aquella demencia es como la mía".

Tal su condición, tal su creación. "COMPLICIDAD ABSOLUTA con algún otoño. El cielo es un espejo celeste, traspasa mi pensamiento y me obliga a saltar al vacío. Al fondo me espera otro cielo, la noche, los recuerdos, días que vendrán a ser como la nada cuando me desligue y llegue a renacer del vértigo". Lo cual espero que suceda de todo corazón.

Literatura Liberteña: SEUDÓNIMOS DE LOS ESCRITORES LIBERTEÑOS

Escribe: Blasco Bazán Vera

Los escritores de la Región la Libertad, para hacer conocer sus obras, también han recurrido al uso del seudónimo. Encontraron en este adjetivo la forma de sentirse mejor dándole a sus escritos cierto misterio que abonó en su prestigio personal.

En la Región La Libertad con sus más de 300 escritores, 32 ocultaron su nombre verdadero y apellidos y en su lugar apareció el falso, el seudónimo, no para esconderse sino que probablemente hallaron la mejor forma de volcar sus actividades literarias.

De esos 32 escritores, es admirable conocer que solo uno, publicó sus 8 libros sin colocar en ellos su verdadero nombre. Todos aparecieron con el seudónimo de Inti Illapa (Rayos de sol) que resultó pertenecer al vate de Santiago de Chuco, Santiago Pereda Hidalgo.

La escritora que se ocultó bajo el seudónimo de “Carlos Alberto Fonseca” escribió 9 libros y sólo en el último, su poemario “Espigas de Cristal”, colocó su verdadero nombre: Nelly Fonseca Recaverren, nacida en Pacasmayo, el 12 de octubre de 1922.

Otro escritor es “Eduardo La Munhay”, nacido en Cajabamba el año 1860 y radicado definidamente en Trujillo. Todos sus escritos aparecidos durante los años 1887, 1888 y 1889 en el semanario “La Primavera” que dirigía con Eduardo Santeleices y Márquez, los firmó con aquel seudónimo que resultó corresponder a Raúl Edmundo Haya y Cárdenas, padre de Víctor Raúl haya de la Torre.

Los seudónimos “Alejandro Nadal” y “Nixa” pertenecen a Nicanor de la Fuente Sifuentes, vate nacido en San José (Pacasmayo) el 16 de setiembre de 1916 y vive actualmente en la ciudad de Chiclayo.

“Segundo Pruvonena” es el seudónimo en el que se ocultó el trujillano Fernando Casós Flores nacido en 1828 a quien le corresponde ser el iniciador de la Novela Histórica en el Perú.

El escritor Adán Cabanillas Pinedo, nacido en Chepén el 20 de diciembre de 1956 recurrió al seudónimo de “Adanca”. Este vate chepenano publica libros en verso y su última entrega literaria ha sido la novela “Ni en pelea de perros”.

Una expresión de bella poesía que retrata con gran hermosura a nuestra sierra liberteña es la que aparece en los libros del poeta “Clomaggue”, nacido en Humachuco el 15 de abril de 1898. “Clomaggue”, es seudónimo que pertenece al egregio poeta Clodomiro Magno Guevara Vargas.

Las grandezas y las pobrezas de la vida, el sentido de moral y valor como fines supremos del alma humana, son descritas con suma magnitud por el humachuquino Abelardo Gamarra Rondo quien optó por tomar el seudónimo de “El Tunante”. Gamarra Rondo, nos narra valientemente los álgidos el momento de la terrible guerra que sostuvimos contra Chile en Huamachuco el 10 de julio de 1883. “El Tunante” es el fundador de nuestra festiva marinera peruana.

José Faustino Sánchez Carrión inflamó a nuestra patria con sus discursos literarios que los firmó con el seudónimo de “El Patricio”, “El último haravicu” y finalmente, el más conocido: “El Solitario de Sayán.

Así mismo tenemos que Horacio Alva Herrera optó por el seudónimo de “Chupaca”, Horacio Alva Tirado por el de “Uknob”, Roger Balarezo Pinillos por “Gastón Roger”, Isaac Bianchi Fernández de Mendoza por “Elías Baidiac y Cano”, Jorge Cuadra E. por “Muscio Scévola Cayo”, Ulises Calderón de la Cruz por “Rondel”, Cristóbal Campana Delgado por “Crisbell”, Claudio Espejo Lizárraga por “Claudio Saya”, José Eulogio Garrido Espinoza por “José de la sierra”, Víctor Raúl Haya de la Torre por “Juan Amateur”, Humberto Ledezma Rebaza por “Eloy Hulero”, Julio Fernando Machado por “Glauco Machado”, Ladislao Edérico Plasencia Plasencia por “Ladislao Plascenski”, Walter Pérez Valderrama por “Chaco Gil”, Alejandro Romualdo Valle por “Xanno”, Juan Pablo Saucedo Portilla por “Paulo Sedder”, Francisco Sandoval Bustamante por “Francisco Xandoval”, Pablo Uceda Paredes por “E. Wast”, Carlos Velásquez Rosendo por “Camssey Rumy, Luis Valle Goicochea por “Carlos Bernabé”, Federico Vértiz Salcedo por “FeFe”, Pedro Vértiz Dávila por “Rolando Edinguer” y Jaime Vértiz Gutiérrez por “Jafencar”.

JOSE AUGUSTO DEL SOLAR CESPEDES

Escribe: Blasco Bazán Vera

José A. Del Solar Céspedes, es un genuino escritor nacido en el Cuzco el 5 de mayo de 1932. En 1951 ingresó al Ejército Peruano y se retiró hace poco con el grado de General de División. De esa manera tenemos a un cusqueño definitivamente radicado en Trujillo al que a la rigidez del ejército lo equilibra escribiendo libros de cuentos y poemas que llegan ya a siete editados.

Con Del Solar, estamos asistiendo al parto de una de las formas más esperadas de hacer poemas que desde hacía mucho tiempo no se realizaba en el parnaso de las letras. Es decir, somos testigos de escuchar y apreciar a unos de los estilos poéticos más difíciles de cultivar porque su alumbramiento es la suma del amor con la diafanidad del espíritu. Ambos se juntan y forman una exquisita expresión de pensamiento moral, fácil de comprender pero difícil de plasmar debido a los requerimientos imprescindibles que se necesitan para producir este nacimiento. Y, ¿Cuáles son esos requerimientos?, sin duda alguna, son los “valores morales” que debe poseer su creador quien recurre a ellos, para azotar al alma y devolverle al hombre la alegría de vivir. Son versos que sacuden conciencias agrietadas y amorfas que de no estar bien aceradas están propensas a cometer los peores trastornos que denigran a la sociedad.
Sus libros titulados “Vorágine”, “Poemas cruciales”, “Delicada línea insondable”, “Fantasmas, duendes y aparecidos”, “Huracán”, “Esplendor destellar”, “Ansias y cuitas”, “Cuentos de niños”, “Cuentos que aún no terminan”, “Encuentros místicos”, “Patrióticas ansias”, “Hogareñas remembranzas”, “Paisajes y estampas” y “Amorosa miscelánea” acrecientan desde ya el número de libros y literatos de nuestra Región de La Libertad.

El estilo moralista que con sentido humano esgrime Del Solar en cada uno de sus libros, nos permite avizorar que mientras la poesía tenga cultivadores de esta talla, la dificultad por poseer valores morales, ingresará a una profunda crisis de extinción debido a que aún hay hombres que nos entregan rayos de luz que combaten la terrible oscuridad que nos flagela. Son heraldos cuyas armas no son aceros que matan sino, mensajes que traen vida y que incitan a quien los lea inclinar la cerviz como u saludo de genuina admiración.

Pero, ¿Por qué decimos esto? Porque estos libros impresionan al alma. Vitalizan cada lado oscuro de nuestra conciencia. Son arietes modificadores de nuestra conducta. Son trinos que al rescatarlos nos hacen comprender que la vida es bella porque lo humano toma sentido y nos conmueve por la tremenda fuerza moral que recibimos a través de la poesía de Del Solar.

Hoy, podemos comprender que si bien la moral es plástica y proteiforme, no es tangible ni mensurable, pero que nosotros como hombres sentimos su empuje.

Del Solar, se convierte en un soldado custodio de los valores morales porque siente que son éstos los que lo sostienen como hombre y poeta que canta al dolor y alienta la esperanza haciendo temer al poderoso y temblar al tirano. La poesía de José Augusto del Solar Céspedes, es sublime y elevada en su hermosura. Con preciso atisbo, nuestro escritor ha sabido captar todo lo que la naturaleza le ha presentado y que él, con sabia sensatez, ha ido almacenando sin temor, para luego producir pensamientos que orientan y dulcifican. A este atisbo se le unen los viajes, los amigos, la familia y por supuesto: las miserias de un mundo que avanza con las fauces bien abiertas para tragárselo a todos en el primer descuido. Pero nuestro poeta, parapetado de su escudo moral, va sembrando respuestas a los problemas que encuentra dictando cánones que enderezan las conductas.

Ni Baltasar Gracián, ni Montesquió, aún el mismo Voltaire, hacen invertir la mirada puesta de Del Solar en lo más preciado que tiene el hombre cual es: Saber vivir con dignidad. Del Solar, con sabia inteligencia, esgrime sus armas poéticas para decirle al mundo que quien no tiene un derrotero moral está destinado a ser un lastre para la sociedad.

Los versos y cuentos de nuestro poeta redimen y ennoblecen el espíritu. Nos hacen percibir que quien consigue renunciar a los honores, se siente superior porque es la independencia moral el balaustre que sostiene sus principios de vida. He allí el por qué al leerlos, nuestros nervios se moderan y nuestro espíritu recobra el sentido de la vida. Es que cuando el hombre esgrime su luz, hasta los seres que creíamos más cercanos nos abandonan. Se callan. Se silencian. Se refugian en la cómplice prudencia.

He aquí el precio de la integridad. He aquí de cómo el hombre recto se queda anonadado y sorprendido de las respuestas del mundo. Incrédulo no acepta lo que está viendo, pero esa es la condición de la sociedad que lo circunda. El silencio cómplice desconcierta aún hasta las almas más nobles. Por esto podemos desde ya afirmar que sus poemas encierran motivaciones cargados de vivencias que nos permiten comprender que quien lo escribió en un hombre digno de un marco de plenitud.

Los libros de Del Solar son un grito de esperanza. Un grito semejante al dado por un niño que recién nace. Es un grito vivo, robusto, inocente que diagrama versos cuyo autor no los ha atrincherado ni menos los ha escondido en las sombras del pernicioso egoísmo; nada de eso, paciente y seguro, ha esperado el momento preciso de sacarlos a luz con el fin de convertirlos en guardianes sublimes que suavizan los presagios amargos y hasta muchas veces insondables de nuestra humanidad. Preferir el dolor antes que el hedonismo. Inclinarse por el camino escabroso sabiendo que un hálito de misterio de un se qué, es el que lo guía. Aceptar recorrer la senda oscura seguro de que un manto de modestia lo acompaña. Rodar y rodar entre las entrañas de un callejón tenebroso donde no está ausente la traición ni el infame escupitajo. Ser agredido y perdonar el agravio. Eso es augurio de todo hombre bueno conciente de que la transformación es producto de una lucha tenaz y sin cuartel.

Podemos sentir que nos ha rodeado un rumor de soledad y tristeza. Unas pinceladas de suave misterio. Con paso amical semejante al que se da para no despertar a un niño, Del Solar, canta con sentida belleza las peripecias amorosas que se brindan los amantes en el viejo y sombrío campanario de un templo imaginado. Estos son evangelios vivientes que predican rebeldía y perfección. Triste hubiera sido que la experiencia vital de Del Solar Céspedes, haya bajado a la tumba sin ser conocida. Esta experiencia vital es la llave maravillosa que enciende los corazones.

Comencé advirtiendo que nos encontrábamos en el nacimiento de una nueva forma de hacer poesía y creo que no me he equivocado. En los libros de José Augusto del Solar sentimos mensajes que aceran el alma, ennoblecen el espíritu y predisponen al ser no mancillar la integridad que es el don más preciado que Dios ha regalado al hombre.