jueves, 5 de abril de 2007

EL EXISTENCIALISMO FIGURATIVO EN LA POESIA INFIMA DE NIVARDO

Escrito por: Diómedes Morales Salazar
Cortesia: Blasco Bazán Vera
El existencialismo, como corriente filosófica, se dividió en caótico y positivo. Uno avala la frustración económica y política de la sociedad capitalista, cuyas consecuencias negativas en lo espiritual y cultural trajo consigo el surrealismo literario que sólo reniega de tanto mal. Y el otro, alimentado a veces por la dialéctica positivista, promueve la imaginación no sólo como acto de creación sino también de transformación social y cultural, donde lo espiritual, en su más genuina expresión de libertad, sirve a la práctica y a la transformación emocional.

Así, el surrealismo francés del siglo XIX, con Baudelaire y Rimbaud, entre otros, influyó notablemente en la poética peruana del siglo XX: Vallejo, César Moro, Juan Ojeda, etc. Además, los concursos literarios El Poeta Joven del Perú y Lundero premiaron sólo a este tipo de poesía: Jesús Cabel, Luis Eduardo García, Lizardo Cruzado y David Novoa, por citar sólo a algunos de las tres ultimas décadas que se diferencian lógicamente por su toque personal, pero tema actualizado por la frustración económica y política del Perú capitalista dependiente.

Este existencialismo caótico, de frustración y pérdida de valores que conlleva a la degradación moral y espiritual, para enfrentarlo, asumió la religión y el esoterismo, por un lado, y el agnosticismo seudo ateo, por otro lado. Así, tenemos a un Baudelaire cristiano-esotérico y a un Rimbaud ateo-teísta, o agnóstico liberal, críticos de la sociedad feu­dal-burguesa. Pero Vallejo y Juan Ojeda (en "Epístola Dialéctica"), ateniéndose a Marx respecto a que "Los filósofos (y también los poetas, agrego) no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo", rompiendo con el idealismo metafísico y sus variantes, llegaron a la dialéctica materialista para contribuir así a la transformación de la sociedad.

Más, los neo—surrealistas del Poeta Joven y Lundero, a pesar del esfu­erzo progresista en algunos poemas (Bettoven Medina, Luis Eduardo Gar­cía y Róger Lázaro Inca, entre otros), todavía son cristiano-esotéricos (como David Novoa), agnósticos (como Manuel Medina) y liberales (como Lizardo Cruzado), pequeñoburgueses que critican a la sociedad, pero no luchan para transformarla; aunque, cuando estudiantes, como Baudelaire y Rimbaud que en cierta ocasión participaron de la revolución francesa del XIX, se adhirieron, por esnobismo y comodidad profesional, a su "independencia" partidaria y al Apra y a la izquierda, ya decadentes, de las dos ultimas décadas del siglo XX.

Y si el surrealismo replanteó la doctrina cristiana del Bien y el Mal, demostrando que el infierno estaba constituido por el Estado feudal-burgués y sus instituciones corruptas e inmorales y el cielo pertene­cía al pueblo y la clase obrera que emergía con la revolución social que no se detuvo hasta la Comuna de París, tal cual hizo Juan Ojeda en la poesía peruana de la década del 60 con su "Arte de Navegar" y (aunque más liberal) Lizardo Cruzado con "Este es mi cuerpo" en Trujillo de los 90 del siglo XX; rápidamente, por su idealismo metafísico y su rebeldía anárquica, el surrealismo, en Francia y el Perú, se oficializó como corriente literaria inherente al modernismo, apropiado por la burguesía que estaba a puertas de asumir el Poder estatal. Por eso, el proletariado, como clase revolucionaria que ni en Francia ni en el Pe­rú ha llegado todavía al Poder, mira a los surrealistas como simples rebeldes anarquistas que superado su entusiasmo beligerante se vuelven intelectuales burgueses ajenos al ideal de la lucha de clases.

A este sector de "independientes" (Miguel Pajares, Duncan Sedano, Luis Cabrera Vigo, César Olivares, entre otros) pertenece Nivardo Cordova Salinas (Gayaltí,1969), autor de "Poesía Ínfima", donde la metáfora en prosa es predominante. Su filosofía es existencial, su arte poética es figurativa, su libertad espiritual es creación del devenir. "AQUÍ ESTOY hablándole a mi sombra. La sombra ahora es una pantalla en blanco, brilla como el sol. Es de madrugada, afuera la noche ha caído y la luna deja ver su arco luminoso como si necesitara de mi anhelo para no su­frir. Escucho voces lejanas, discordantes. No me importa más que esta canción que se repite una y otra vez".

Así, el existencialismo surrealista positivo, en su lado más conserva­dor, es agnóstico, dualista y básicamente formal, pues su preocupación estética de carácter externo le da la modernidad que requiere para su vigencia oficial; pero en su lado progresista, donde la imaginación es sinónimo de libertad de creación, compromiso futurista que sirve a la práctica y a la transformación emocional, también supeditada a la preocupación estética de carácter externo, la creación poética, ajena ya al histórico dilema del Bien y el Mal, de optar por Dios o por el Diablo, de estar a favor o en contra del desarrollo histórico de la lucha de clases, a partir de su temática meramente personal, estando o no imbuida de la dialéctica materialista, se vuelve figurativa, metafórica, y precisamente ahí es donde hay que ir a buscar su significación y su opción por conservar o destruir el status social vigente.

Y la "Poesía Ínfima" de Nivardo Córdova Salinas tiene estas características. En ella no encontrará el lector preocupación temática religiosa, interés individualista egocéntrico o espiritualismo divagante y puritano, dialéctica metafísica o dialéctica materialista que lo pinte de rojo o blanco, pues su color terrenal es más transparente y personal. Empero, debido a que la temática del texto poético es la soledad, el en­cierro vivido en su espacio temporal, el poeta, asumiendo las consecuencias que de ello se derivan, no se rasga las vestiduras por la tragedia en sí, sino replantea su existencia como necesidad de cambio, apremia el devenir a partir del silencio, de la luz y la oscuridad aflictivas, pues "mi silencio no existe, decir silencio es decir palabras, contar un secreto a mil voces, (...), el silencio está aquí sentado, tomó su taza de té, encendió la grabadora de la que salieron corriendo otros sonidos aleatorios, silencio y soledad, en desigual compañía.."

Este secreto a voces, donde "decir silencio es decir palabras", pues "HOY PRESIENTO QUE VINISTE porque te impulsa la marea y la neblina. Eres como esa ventana vacía de reflejos y siempre abierta a los golpes del viento. El aire te suplica un instante y me llegan claros los ecos de aquel canto. Tu recuerdo se afana en barrer el crepúsculo, luego se va. Conozco esa manera secreta de quedarme dormido esperando el otoño. Conozco esa canción…” Tal el motivo de la existencia; sentimiento afectivo que visita al poeta para distraer su soledad. Y "CONTRA LO QUE DICE EL VIENTO no hay escapatoria posible. Así como cuando pasan las penas y de su dolor salen aves o cuando dices que no despertarás de este sueño que inventas, decir no, sentir los remolinos del cielo regre­sar todas las noches a dormir a tu lado, acariciarte día tras día como un sepulcro florecido, siento decirle al viento "contra lo que flota en el aire no hay escapatoria", dulce música de otros tiempos, no soy ca­paz de morir aun. Estaré aquí hasta septiembre".

Y si "contra lo que flota en el aire no hay escapatoria", "EL RECUERDO SE ASEMEJA a la leve huella de alguien que ha venido, toca la puerta y se lava la cara en la azotea, en el sol de ayer y la luz del mediodía, sobre las horas que también preceden a la nueva hora, destiempo; se sabe que el recuerdo camina con nosotros, pero quién lo encuentra sino tú mismo, especialmente cuando coges un cuchillo y quieres partir el corazón en dos mitades, dividir lo ancho de lo profundo, juntar el día y la noche, pretendes escoger tus horas más puras y olvidaste enterrar el recuerdo que surge de los mares y las puertas, el néctar del parque, el agua salada de tu suerte, recuerdas que hoy es jueves, día de días que pasarán, pero sabes que no hay mal que dure cien años, al menos es lo que dicen, y sólo te limitas a escuchar y callar, aceptas que las cosas suceden así, sin que nos demos cuenta, el agua que brota de este cielo se parece a ti, porque simplemente discurre como el tiempo y el desierto. Una vez creí que me iba a morir de soledad. Parece que fue ayer cuando moría, y hoy me siento tan solo, respiro aún y tu voz me acompaña, como aquel recuerdo…”

¿Quiere usted mayor testimonio de la orfandad en que había caído el poeta? Bien, aquí va: "HOY COMPRENDO QUE SOY prisionero del tiempo y mi cárcel es el aire. El sol tiene las llaves del patio y almuerzo a ori­llas de la tempestad. Le robé algunas espinas al otoño y dejé al invi­erno sin abrigo. Soy culpable de omitir mis alegrías a la primavera, de negarle caricias al estío. En este inmenso retiro me visitan los días y las horas a quienes recibo siempre vestido para la ocasión. De ese modo, no extraño mi antigua vida y me dejo caer en pensamientos nuevos. Sé que algún día se abrirán las puertas de los vientos y de los mares. Podré caminar sin prisas. Habré entonces dejado de soñar". Era, pues, la cárcel del pecado, la prisión del culpable la que lacera su juven­tud, y su fe en la reivindicación la que aviva su ideal de libertad. Y tiene como compañeros al silencio, la soledad, el recuerdo, esa "dulce música de otros tiempos", a quienes recibe "siempre vestido para la ocasión".

Tal, pues, su avatar y su entorno existencial, donde "decir silencio es decir palabras" y porque "EL POEMA ME BUSCA encontrándome y lo abra­zo pero no lo reconozco ni me acordaba de su perfil. Sé que antaño be­saba sus pies y me recostaba a lo largo de su cama, viendo su caligra­fía, amando sus venas, sus motivos. Con su idea veía el transcurso de las estaciones. EL prefería el invierno porque nos abrigábamos en el fuego nocturno mientras el cielo nos veía atardecer. Lamento no estrecharlo como la primera vez. Huye del sintagma, absorbe su taza de flo­res y dice: "al fin te reconozco en esa careta que maquillas". Yo asi­ento con mi frente bien en alto y lo invito a dormir en cada palabra que hemos callado". Así, su arte poética, como venimos previendo en las poesías ya expuestas, está llena de figuras metafóricas que, para una prosa poética como la suya, donde la redacción debe ser un trabajo de alfarero y la descripción de hechos y motivos estéticos, haciendo uso de la imaginación y de la libertad de creación, debe sugerir antes que indicar, priorizar la metáfora para lograr el fin propuesto, tal cual su poesía.

Ahora bien, este existencialismo positivo y futurista, supeditado a la circunstancia, problematiza sí las contradicciones personales y socia­les, las vivencias diferenciales de frustración y esperanza, de bien y mal que atañen a la moral y al pensamiento, luchando para transformar­los pero sólo dentro del mismo sistema económico y social que crea y fomenta precisamente estas desavenencias materiales y espirituales, de ahí su acérrima "independencia" partidaria, pero en cada proceso elec­toral votan siempre por la democracia formal y representativa, declarándose enemigos acérrimos de toda "dictadura" ignorando precisamente que esta democracia formal y representativa de la sociedad capitalista de­pendiente en que vivimos, es también una dictadura económica y políti­ca establecida para la explotación del hombre por el hombre, de los corruptos gobernantes contra los pobres justicialistas. Así, donde no hay ni puede haber independencia partidaria, ellos son "imparciales"; pequeñoburgueses francotiradores cuya rebeldía anarco-espiritualista se expresa también en su poética, en sus metáforas formales y externas, surrealistas y modernas, pero nada más.

Tal la moda poética de hoy día. Mas en la poesía de Nivardo Córdova se percibe algo más. Un fluir de metáforas del pasado, presente y futuro. Así, este existencialismo, positivo y futurista por oposición al existencialismo sin ayer ni mañana, supera su relatividad, amplía su temporalidad, pero combate la eternidad, pues sabe que su espacio y tiempo relativos, abarcando el ayer, el hoy y el mañana, concuerda con la transformación material y espiritual, acepta el salto dialéctico de la cantidad a la calidad; y, contrario a la verdad absoluta, afirma su verdad relativa, pues "recuerdas que hoy es jueves, día de días que pasaran, pero sabes que no hay mal que dure cien años". Esta idea, transformada en fuerza espiritual para resistir su carcelería, le permite decir:"Sé que algún día se abrirán las puertas del viento y de los mares. Podré caminar sin prisas. Habré entonces dejado de soñar". Presidiario que tiene tan caro ideal no es un presidiario espiritual, pues su concien­cia e imaginación, genuina libertad de creación (Mariátegui dijo que la revolución en el Perú no sería calco ni copia, sino creación heroi­ca), rompe los grilletes de la opresión y encuentra el camino de la redención.

Pero esto es mucho pedir a la "Poesía Ínfima" de Nivardo. La libertad que aspira es meramente personal, de creación estética, donde la imaginación no tenga parámetros culturales, limitaciones psico-sociales, por la que vale la pena enfrentarse al mismo sistema capitalista dependiente en que vivimos, para reformarlo, democratizarlo, y nada más. "ÜN JARDIN DE ESTRELLAS se precipita en el dolor del día. Adentro, donde los ríos destilan una y otra vez porque lo anhelan, se esconde la esencia de lo impuro. Te busco para salir al fuego y recorrer esas brasas. Te digo que es tarde para volver a la antigua casa. Las señales están dispersas y agonizan cuando el silencio declina en su hora más lejana. El paisaje tiene círculos dispersos, la canción y los residuos de la no­che, todo en un espacio de sombras. De otras latitudes vienen a ver los enigmas frontales de aquel. Y callan...” Su concepción democrática es progresista, ajena a la anarco-espiritualista de los neo-surrealistas de su generación, cuya rebeldía anárquica es solamente estética y mar­ginal. Pero él choca con el sistema burocrático, inmoral, y participa del ideal pequeñoburgués de reformar las instituciones públicas y pri­vadas, pero no aspira a la transformación social, de índole estructu­ral.

Su cultura reformista es lo máximo que ha logrado su rebeldía innata de creador. Sabe sí que Dios no ha creado al hombre sino el hombre ha creado a Dios para que los gobernantes corruptos e inmorales impongan a sus gobernados la opresión espiritual. Y, apartándose de la moral cristiana que sostiene al pecado como castigo eterno, puesto que no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista, destruye la opresión espiritual y conquista su libertad de creador; pero, esta conquista personal, que sólo atañe a la separación de la iglesia y el Estado, a la moral burguesa de esclavitud social de la moral proletaria socialista de libertad de creación, hace de él, ciudadano de deberes y derechos de la sociedad capitalista dependiente en que vivimos, un poeta marginal de la cultura oficial, a tal punto que no participa de sus privilegios. Y "LA PIEDRA DONDE REPOSO mi cabeza recuesta sus vértebras en el cielo y se pone a soñar. "Yo no soy quién para dormir", me digo, y despierto en plena noche, cargado de pesares, y en mi retiro sistemático de los aires enciendo el dolor de no quedarme despierto, porque sigo dormido aun más allá de este viento, escuchando rodar el poema de las nubes. Aquella demencia es como la mía".

Tal su condición, tal su creación. "COMPLICIDAD ABSOLUTA con algún otoño. El cielo es un espejo celeste, traspasa mi pensamiento y me obliga a saltar al vacío. Al fondo me espera otro cielo, la noche, los recuerdos, días que vendrán a ser como la nada cuando me desligue y llegue a renacer del vértigo". Lo cual espero que suceda de todo corazón.

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